Esta mudanza es de libro
Wagner Flores lleva trece años trasladando colecciones de las editoriales y de las bibliotecas de célebres escritores, como Vargas Llosa. «Leo lo que me recomiendan mis clientes»
txani rodríguez
Sábado, 30 de mayo 2015, 01:37
Las mudanzas, con su carga de despojo y de reorganización, suelen suponer un trastorno para cualquiera, pero para los escritores ese trasiego se asemeja al ... mismísimo infierno en la tierra. El escritor Alan Pauls recuerda que fue durante una mudanza cuando se refirió a «su biblioteca» por primera vez. Sentía orgullo y terror y se preguntó cuántas veces en su vida tendría que pasar por eso. Felipe Benítez Reyes sostiene que hacer una mudanza es la forma más brutal de practicar la crítica literaria. Lo cierto es que no resulta complicado imaginar a un autor llevándose las manos a la cabeza, desbordado y angustiado, al pensar que tiene que vaciar sus estanterías.
Por fortuna, escritores y editores cuentan con los servicios de un experto en mudanzas literarias. Se trata de Wagner Flores, propietario de Transwagner. Hace trece años, brindó sus servicios profesionales a la editorial Fundamentos, y este sello, satisfecho con el trabajo realizado, lo recomendó a Páginas de Espuma. Desde ese momento, su nombre va asociado al transporte de libros. Recientemente, se ha encargado de la mudanza de Impedimenta. Y no son solo las editoriales las que confían en Wagner, escritores como Mario Vargas Llosa también le han encomendado las joyas de sus bibliotecas. Este transportista de origen peruano ha transportado cientos de miles de libros. «Dependiendo del tamaño caben cinco ejemplares por caja; y en otros, unos veinte». El 60% de los libros, sobre todo los de las editoriales, ya están metidos en cajas, cuando los transporta. Después los recolocan tomando como referente el orden de las estanterías de la biblioteca de la que partieron.
La clientela de este empresario no solo se limita a escritores y editores. «También realizamos servicios para librerías y para algunas tiendas del libro viejo y antiguo, sobre todo, cuando se trasladan a las ferias. Así mismo, hemos trasladado miles de colecciones de enciclopedias de las bibliotecas del Monasterio del Valle de los Caídos, dentro del mismo recinto».
Wagner afirma que no se requiere especialización para este tipo de transporte, ya que muchas veces es el mismo cliente quien sugiere cómo quiere que se efectúe el traslado. «Basta con hacer las cosas como nos lo pide», cuenta, aunque con la experiencia acumulada aportan ideas para que la mudanza se resuelva de la mejor manera. «La mayor complicación puede ser el peso de las cajas, pero con un buen equipo, no hay problema», dice. «Desde el primer libro que cogemos hasta el último, todos son valiosos para nosotros, no entramos a juzgar títulos ni tipologías», subraya. No obstante es cierto que en alguna ocasión han recibido alguna recomendación especial «por tener entre manos libros muy, muy antiguos, pero en general el trabajo se desarrolla con total normalidad».
Hasta arriba
Wagner ha observado que «todos los que están metidos en el mundo de los libros son especialmente amables, tienen una virtud que les identifica, se nota mucho en el trato». «No sé si habrá alguno que saque punta a las cosas, no creo, pero en cualquier caso todavía no he dado con esa persona. Con todo, siempre se da alguna anécdota. «Una vez trabajé para una persona que tenía la casa literalmente llena de libros, había libros en los baños, en los armarios de la cocina no había cosas de cocina, solo había libros, en los roperos había más libros que ropa; creo que esto fue lo que más me llamó la atención», recuerda. También tiene presente cómo en otra ocasión, un cliente intentó almacenar muchas cajas de libros en pocos metros cuadrados de suelo. «Demasiado peso», le dije. «Tuvimos que consultar con un arquitecto, y éste nos indicó que había que retirar más de la mitad».
A pesar de que trabaja con libros, Wagner no ha terminado empachado de literatura, y confiesa que le gusta leer. «Últimamente muy poco, paso muchas horas en la calle supervisando personalmente los trabajos». Como se rodea de escritores, su criterio a la hora de elegir una lectura se refuerza con el trato directo: «Cuando leo un libro generalmente lo hago por recomendación del autor», explica.
Las mudanzas y la literatura parecen unidas desde el principio de la historia de las letras. El propio Cervantes tuvo una vida azarosa marcada por un continuo ir de aquí para allá. Por fortuna, en aquella época las bibliotecas de autor eran menos voluminosas es la ventaja de ser uno mismo el inventor de la novela moderna y la producción editorial anual mucho más escasa. Pero si el genio viviera en nuestros días y tuviera cualquier tipo de problema logístico con las mudanzas que sufrió, Wagner se habría acercado, a bordo de su furgoneta, hasta Alcalá de Henares para echar una mano en tan delicada cuestión.
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