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Niños sirios en un campo de refugiados.
Uno de cada diez niños viven en zonas afectadas por conflictos armados

Uno de cada diez niños viven en zonas afectadas por conflictos armados

Más de 230 millones sufren guerras y sus consecuencias. Unicef reclama 2.700 millones de euros para ayudar a al menos una cuarta parte del total

Borja Robert Díaz

Jueves, 29 de enero 2015, 11:15

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Más de 230 millones de niños de todo el mundo viven en regiones afectadas por conflictos armados. Son uno de cada diez. De estos, una cuarta parte unos 62 millones en 71 países necesita ayuda de emergencia. Hacen frente, según Unicef, a una nueva generación de crisis humanitarias, muchas de ellas crónicas o globales. Para hacerles frente, el fondo de Naciones Unidas para la Infancia ha pedido 3.100 millones de dólares (2.700 millones de euros) para 2015.

«Estos 62 millones de niños representan más población que la de toda Italia, y casi tanta como la de Francia», señaló Carmelo Angulo, presidente de Unicef España, en una rueda de prensa en Madrid. Con los recursos que reclaman, un 30% mayores que los que tuvieron en 2014, pretenden tratar cerca de tres millones de casos de malnutrición aguda grave, vacunar a más de 13 millones o proporcionar agua potable y saneamiento a más de 34 millones. «La lista de emergencias sigue en aumento», apuntó.

Entre los conflictos que afectan con especial virulencia a la infancia, Angulo señaló a la guerra de Siria «toca a más de cinco millones de niños, y se calcula que al menos cien mil están atrapados bajo las bombas», la situación en República Centroafricana con más de dos millones afectados, 6.000 de ellos reclutados como combatientes o la epidemia de ébola que ha dejado más de 16.000 huérfanos y a varios millones sin escuela ni vacunas durante un año.

Refugiados sirios

«El número de refugiados sirios en Líbano está por encima del millón de personas», aseguró Berta Travieso, jefa de la oficina de Unicef en Beirut, a través de videoconferencia. De estos, calcula, en torno al 45% son niños; más de 400 mil. «Viven en tiendas de campaña de fortuna, junto a las carreteras, y ahora que es invierno hace mucho frío. Las necesidades son terribles», recalcó. Les falta comida, abrigo, protección y, a muchos, también ayuda psicológica. «Muchos llegan traumatizados por lo que han visto en la guerra», contó Travieso.

Atender a este colectivo representó la principal partida presupuestaria de Unicef durante 2014. Dedicaron más de 576 millones de dólares aunque solo captaron fondos para cubrir dos terceras partes del total. En 2015 prevén gastar más de 624 millones.

«Unicef y sus socios son los únicos que se encargan de los problemas de los niños soldados», afirmó a través de videoconferencia Pablo de Pascual, especialista de Emergencias de la organización para África Central y Occidental, recién llegado de República Centroafricana. «De identificar a los niños y negociar con los comandantes para asegurar su liberación». La situación en el país, explicó, «se está degradando», por lo que pidió redoblar los esfuerzos.

Aunque parece que la epidemia de ébola ha empezado a remitir en África Occidental, y que los tres países más afectados han logrado reducir el número de casos, los efectos sobre la infancia pervivirán durante meses. «La situación ha generado mucho impacto más allá de la salud», explicó Laurent Duvilier, especialista en comunicación de Unicef, desde Senegal. «Se calcula que unos 16.700 niños perdieron a sus padres pero, además, sus propios familiares tuvieron miedo acogerlos por lo que muchos se quedaron abandonados».

Unicef, en este caso, suministró material médico y participó en reactivar los sistemas sanitarios de los países afectados. «El personal sanitario no acudía a trabajar por miedo a infectarse», explicó Yolanda Romero, que colaboró con la organización desde Sierra Leona desde mayo a diciembre. «Así que ese material sanitario ayudaba a los que tenían que estar ahí salvando vidas», afirmó. También, contó, organizaron campañas de concienciación para que la población entendiese cómo frenar la propagación del virus. «En mayo no habían oído nunca hablar de ébola», sentenció Romero.

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