Lee Grantham reedita victoria en el Veleta

Pero no fue el único excepcional en la jornada de ayer. Se disputó la trigésimo sexta edición de la Subida al Veleta. Una carrera de 50 kilómetros con salida desde el Paseo del Salón y llegada en el Pico del Veleta que ha desafiado a una pandemia. Cuando los micrófonos se acercaron al ganador y el periodista le preguntó al de Mánchester qué sentía por la victoria, este sólo contestó: «La victoria es de Enrique, él es el auténtico ganador».

Enrique Carmona, organizador de esta carrera, ha puesto durante casi un año completo todo su empeño para que 'La subida más dura del mundo' no se viera suspendida a causa del coronavirus. Tuvo que aplazarse, desde el primer domingo de agosto hasta ayer. Pero se celebró y el pistoletazo de salida resonó en el Templete de la Música como un acorde que indica que, con voluntad, se puede volver a respirar normalidad.

La salida se resolvió a las 7 de la mañana con atletas arrancando de dos en dos cada diez segundos. En media hora, todo el mundo estaba corriendo en dirección a Cenes de la Vega. Y mientras estos cerca de trescientos ultrafondistas embocaban la subida del Purche, en Pradollano se le daba inicio a la Minisubida, de 11 kilómetros de puro ascenso hasta el mismo Veleta. A las 10:10 de la mañana y con 6,5 grados en el termómetro, Miguel Ángel Cantano sorprendió en la línea de meta con una llegada rápida y limpia, en la que empleó menos de una hora.

Y mientras esto pasaba en la cima, en la Hoya de la Mora se empezaba a estirar la serpiente multicolor que dejaba al inglés sólo en cabeza, perseguido por el corredor del Olimpo, Nacho Morón, quien no le quitaba el ojo de encima desde el paso por el Dornajo. Algo más atrás, Janine Lima ya le iba sacando más ventaja a la veleña Teresa Velasco. La marbellí del Club Atletismo Málaga dio una enorme muestra de pundonor en los últimos kilómetros, pese a que debido al confinamiento previo, no pudo preparar esta carrera más allá de en su cinta de correr y en alguna tirada de 20 kilómetros en asfalto, y a nivel del mar.

Pero ayer, casi cuatrocientos atletas demostraron que era el día del esfuerzo y dejaron casi cuatrocientas historias dignas de contar. Como la de Luis, emocionado al paso de la Virgen de las Nieves, ahí donde esparció las cenizas de su padre hace diez años. Como la de Juan, que corre para ayudar a la Asociación Española Contra el Cáncer. Y como la de tantos y tantas que ayer no pudieron terminar, y que esperan con ganas a que Enrique, continúe sin perder la fe en Granada. Ni en su atletismo. Ni en su política. Porque ayer, ninguna autoridad se acercó al podio a homenajear a los ganadores. Y tanto Carmona, como el resto de participantes, lo merecían.