La Virgen del Espino pudo con la lluvia

Durante toda la mañana fueron centenares las personas que ya se acercaron a ver a la Virgen, también llamada del Pincho, preparada sobre sus andas procesionales y un cuidado exorno floral a base de rosas, claveles y varas de gladiolos. Muchos depositaron en la entrada al templo un ramo de flores como ofrenda, «ya que este año hemos querido introducir esta novedad de dejarle ofrendas a la Virgen bajo su azulejo», señalaba un miembro de la hermandad. Según pasaron las horas fue creciendo el número de personas que llegaban a la localidad, que vivía una jornada festiva en sus calles.

Todos esperaban que dieran las cinco de la tarde, una hora que era anunciada con algarabía por las campanas de la ermita, cuyas puertas se abrieron entre una cerrada ovación. Era el signo inequívoco de la que Virgen se iba a poner en la calle. La plaza principal de la localidad presentaba un aspecto espléndido, llena de gente. Y es que si hay un día especial en el calendario de esta pequeña localidad de la Vega es el del 9 de abril. Desde hace ya muchas décadas en esta jornada miles de personas se acercan a honrar a la Virgen del Espino, una de las advocaciones marianas que mayor devoción despierta en toda Granada y cuya fama y veneración ha logrado traspasar las fronteras de la provincia. Por las calles del pueblo se mezclaban ayer vecinos de la localidad con otros llegados de pueblos cercanos y gente procedente de lugares más lejanos, ya que incluso autobuses de las provincias de Córdoba, Almería o Málaga llegaron al pueblo.

A pesar de esta inestabilidad meteorológica, el cortejo se puso en la calle con gran esplendor. En la procesión figuraban representaciones de más de una decena de hermandades de la provincia y, durante todo el recorrido no dejaron de producirse momentos de emoción entre los devotos. Antes de salir a la calle la Virgen fue girada en el interior del templo hacia el Santísimo, y ya en la calle un coro rociero le dedicaba unas plegarias. Los gritos de 'guapa' se mezclaban con los acordes de las marchas procesionales que fueron interpretadas, a lo largo del recorrido, por tres bandas musicales distintas, la propia de Chauchina, la de Cijuela y la Fuente Vaqueros.

La procesión llegó hasta las puertas del cementerio de Chauchina, donde según la tradición la Virgen se le apareció, en 1906, a una vecina enferma a la que logró curar de un mal en las piernas. Allí se vivían los momentos más intensos y esperados por los vecinos. Con el regreso de la Virgen a su ermita, ya entrada la noche, se ponía punto y final a una intensa jornada en la que Chauchina se llenó de fiesta y en la que la climatología, aunque bastante fresca, respetó una de las tradiciones más importantes de la provincia granadina.

Finalmente, cuando la Virgen ya salía del cementerio para iniciar su regreso, la lluvia hizo acto de presencia. Rápidamente se protegió a la dolorosa y su manto con plásticos, prosiguiendo el recorrido en el que no faltaron los tradicionales fuegos artificiales. Al aparecer de nuevo la lluvia se aligeró el paso del cortejo, recogiéndose minutos antes de las diez de la noche.