Noche sin hogueras
Contracrónica ·
Hay dos momentos, a lo largo del año, en los que la Gran Vía se queda estrecha. Una es la noche del 5 de enero ... cuando la ilusión se hace magia con Melchor, Gaspar y Baltasar. La otra, la tarde del Miércoles Santo cuando el Cristo del Consuelo y su Madre del Sacromonte salen a la calle. Ayer volvió a pasar y desde el Perpetuo Socorro a la calle San Matías el reguero de personas era mayor que nunca. A la altura de la Casa de la Perra Gorda ya era imposible encontrar un hueco mucho antes de que la cruz de guía de la hermandad de Los Gitanos se pusiera en la calle. Gran trabajo llevando los pasos y lágrimas, muchas lágrimas de emoción, en los ojos de aquellos vecinos que un día abandonaron su barrio de cuevas pero que cada Miércoles Santo vuelven a sentirse parte del Camino del Monte cuando el único crucificado de cuatro clavos de la Semana Santa granadina recorre las calles.
Ese era el escenario en el que se iniciaba la jornada en una abarrotada Gran Vía en la que no faltaron petalás ni saetas desde los balcones. Los hermanos de Los Gitanos salían a la calle con su júbilo característico y el palio de cobre que da cobijo a la Virgen era centro de todas las miradas. Pero también muchos eran los que miraban al cielo. Los pronósticos anunciaban lluvia. Por fortuna para los trabajadores del aeropuerto, Sierra Nevada o la base aérea de Armilla, las nuevas tecnologías ponen al alcance de todos las previsiones y ya no tienen que aguantar el aluvión de llamadas que hace unos años recibían cada día de Semana Santa con nubes.
Ayer los cielos estuvieron grisáceos, hacía bochorno a primera hora de la tarde y las temperaturas bajaron por la noche. Y lo peor, la lluvia apareció al final de la tarde trastocando por completo el desarrollo de la jornada central de la Semana Santa. Cuando la cofradía de Los Gitanos llegaba a las Pasiegas comenzó a llover. A esa hora ya su junta de gobierno había decidido que la estación de penitencia acabaría ahí y no subirían al Sacromonte. Por cierto, el traslado de las imágenes a la Abadía está previsto para el próximo sábado, si el tiempo lo permite.
A esa hora también estaban ya en la calle las cofradías de Los Estudiantes, Paciencia y Penas y Rosario. La primera lo tuvo fácil, ya que después de abandonar la Catedral pudo ponerse en la plaza de la Facultad de Derecho en muy pocos minutos. Allí mismo, cuando se puso la cofradía en la calle a media tarde, le habían cantado saetas y hasta la tuna. Poco después de las nueve de la noche ya estaba nuevamente de regreso. Tanto Paciencia como Rosario tuvieron que recortar sus itinerarios de vuelta, buscando los caminos más cortos para llegar a sus templos, donde antes de las once y media de la noche ya estaban recogidos los cortejos. Faltaron así muchos momentos llenos de emoción en sus recorridos tradicionales, aunque no faltaron instantes tan relevantes como el canto de la 'Salve Marinera' a la Virgen del Rosario. Sonó en la salida del templo, las Pasiegas o luego en el regreso, al llegar a las puertas del templo el palio a los acordes del 'Ave María'. Antes, Jesús de las Tres Caídas (con la ausencia este año del romano de su paso), se había recogido a los acordes de la marcha 'Manuela' interpretada por la banda que lleva el nombre de este Cristo de pelo natural que siempre impresiona. Los hermanos del Nazareno son los que se llevaron la peor parte de la jornada, ya que justo cuando el cortejo salía comenzó a llover. No se había puesto todavía el palio en la calle cuando la lluvia caía sobre la ciudad y la hermandad suspendía su estación de penitencia.
Dicen que anoche el Sacromonte se quedó mudo. No se encendió ninguna hoguera, ni ninguna saeta saltó desde el precipio de la garganta de algún cantaor para sobrevolar Valparaíso. Dicen que anoche el Peso de la Harina, la Cuesta del Chapiz y el Camino del Monte no se dieron cuenta que había sido Miércoles Santo.
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