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Gran preludio de los días grandes
Gitanos, Estudiantes, Paciencia y Penas, Rosario y Nazareno llenaron de luz el Miércoles Santo granadino
Jorge Martínez
Jueves, 29 de marzo 2018, 01:45
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Con los Gitanos, al Sacromonte
Serios problemas tuvo la cofradía del Cristo del Consuelo para trasladar sus pasos desde la Abadía del Sacromonte al Sagrado Corazón en la semana última ... de Cuaresma. La lluvia les obligó a suspender la bajada de sus titulares, pero no fue el caso de ayer. «Ya nos vamos ‘pal’ Sacromonte», dijo una granadina del popular barrio cuando salía la cruz de guía del templo de los Jesuitas. Allí no había distinción alguna. Payos y gitanos se daban la mano para acompañar al Crucificado de cuatro clavos de regreso a su sede canónica donde se venera durante todo el año.
Las puertas del templo de la Gran Vía se abrieron para dar paso al cortejo cobrizo de la cofradía del Cristo del Consuelo y María Santísima del Sacromonte e iniciar su estación penitencial que culminó de madrugada rodeada del calor popular de los granadinos y de muchos visitantes que no quisieron perderse la subida por la Carrera del Darro y acompañar a la hermandad por Cuesta del Chapiz, Peso de la Harina o Camino del Sacromonte. Allí estuvo la banda marteña de Fe y Consuelo, dirigida por Caí Cantón, poniendo su música al ritmo de ‘Gitanos del Sacromonte’. A las siete menos cuarto pidieron la venia para iniciar su paso hasta la Catedral. Detrás, la Virgen del Sacromonte sobre su palio adornado con rosas blancas y el friso en rosas pitiminí. Piropos y aplausos se llevaron ambas imágenes en todo el camino, sobre todo al regreso entre abulagas ardiendo, rumbas y saetas que animaron el regreso del Cristo del Consuelo hasta la Abadía. La cofradía llevaba luto por el pequeño Gabriel en los dos pasos. Por él y por todos los niños asesinados en semejante situación en los últimos años. Junto a la Virgen se puso un pececito en su recuerdo.
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Una nueva saya para las Penas
Orquídeas, fresias y rosas fue el adorno que llevó ayer la Virgen de las Penas. La imagen, obra de Jiménez Mesa y restaurada por Álvarez Duarte, lució su saya realizada por el gaditano Jaime Zaragoza Ibáñez. En el paso de Cristo, el clavel se hizo presente en el calvario donde marchaba la poderosa imagen de Nuestro Padre Jesús de la Paciencia, una de las joyas de la imaginería procesional granadina, salida del maestro Pablo de Rojas.
Dificultosa salida la realizada por las cuadrillas de costaleros de la cofradía. Al frente de la primera Gerardo Sabador, con la maestría y templanza de Jorge Mario Martín en el de palio. Sonó tras el segundo la banda de San Isidro de Armilla, que interpretó la marcha del maestro Ruzafa ‘Miércoles Santo en Granada’ en el interior del templo. Después del himno nacional y la composición ‘Emperatriz del Realejo’, para acompasar el esfuerzo.
Una hermandad del Centro que destacó por su participación de hermanos y camareras y que, nada más salir, pidió venia a las ocho de la noche para iniciar su paso por el recorrido oficial. La agrupación de la Estrella estuvo tras el primer paso, con partituras de cantos litúrgicos.
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Y en el barrio del Realejo, Rosario
Un cortejo sobresaliente de hermanos precedió al primer paso. El Cristo de las Tres Caídas sobre calvario de iris, algo poco habitual en la hermandad en las últimas décadas, salió solemne de Santo Domingo. Miguel García fue el capataz que mandaba el dorado de la canastilla y detrás la banda propia de tambores y cornetas con una más que sobrada calidad musical y más de un centenar de miembros. El palio de la Virgen del Rosario se presentó con adorno de rosas en color champán y fresias. El trabajo de la floristería Ana Junior quedó patente en este paso, como es tradicional. En la salida, sonó la ‘Salve Marinera’ en recuerdo de la gente del mar y de la Armada, hermanos mayores honorarios de la cofradía. Fue la banda de música de Morón de la Frontera (Cádiz), dirigida por Cristóbal Cárdenas, la que puso sus sones al palio de la Virgen marinera. Se interpretaron en el recorrido algunas de las marchas dedicadas a ella por Javier Alonso, ‘Madre y Señora del Rosario’, o por Alberto Barea, ‘Al compás de tus Rosarios’.
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La tuna canta al Señor de la Meditación
Como cada año es la tuna universitaria la que espera en la plaza de la Universidad la salida del Señor de la Meditación. Lleno total en la parroquia de los santos Justo y Pastor para contemplar la presencia estudiantil bajo el capillo blanco y la túnica roja, con escapulario blanco, de la cofradía de los jóvenes universitarios. En un lateral estuvo la agrupación musical Dulce Nombre que interpretó ‘Meditación’ saliendo desde el interior del templo el paso de misterio. Tras la marcha real se dejaron al aire las partituras de la marcha ‘Dios está aquí’. A las órdenes de Curro Carrasco dio sus primeros pasos el Señor de la Meditación, portado por costaleras. Después del largo cortejo de hermanos, el palio se presentó a las órdenes de Francisco Rodríguez y José Millán, que tras la plegaria de la tuna intervino la propia banda de la cofradía, dirigida por Lorena Crovetto e interpretó ‘De mis suspiros, tus Remedios’, una marcha propia dedicada a la Virgen de los Remedios, Madre de los Estudiantes. En el cortejo, el mundo académico representado.
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Aniversario mercedario del Nazareno
Lo vivido ayer en la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno fue la antesala del 9 de junio próximo cuando lo tendremos en la calle a la Virgen de la Merced con motivo del octavo centenario de la fundación de la orden mercedaria. En pocas ocasiones se dice adiós a un paso en nuestra ciudad y eso ocurrió anoche con el de María Santísima de la Merced. Aquel que con tanto esfuerzo realizaron los hermanos en 1987 para su primera salida y que tan grato efecto causó en el resto de hermandades dejó de cubrir a la Virgen Carmelita de la Merced ayer. Han sido 31 años en las calles.
El cortejo partió a las ocho y cuarto de la noche desde el monasterio de las Carmelitas Descalzas, frente al Madoc, con el silencioso caminar de la cuadrilla del paso de Cristo, a las órdenes de Miguel Roldán. Respetuosa fue salida de la imagen del Nazareno, de Barbero Gor, con el público callado para recibirlo. Fue la banda de Ogíjares, dirigida por Luis Castelló, la que puso sus sones tras la Virgen mercedaria, después de haber tomado la calle el cuerpo de camareras. La rampa que evita las escaleras del templo carmelita permitió ver la maniobra de salida desde cualquier punto de la plaza, con la cuadrilla de costaleros bajo las trabajaderas, de rodillas.
La cofradía pidió venia a las nueve y media de la noche. El Miércoles Santo resultó perfecto y las calles estaban totalmente abarrotadas de público. La cofradía de Jesús Nazareno regresó la última a su sede canónica de la placeta de San Juan de la Cruz y se recogió después de la medianoche. Por entonces aún restaba el regreso de la cofradía del Rosario al barrio del Realejo, mientras a lo lejos quedaban los sonidos de la de las Penas por San Matías.
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