

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Álvaro de la Torre Araus
Granada
Martes, 22 de abril 2025, 15:14
El pasado enero, durante su homilía en la misa de la Conversión de San Pablo en la basílica de San Pablo Extramuros, el Papa Francisco hizo un llamado significativo en favor de la unidad de los cristianos. Afirmó que «la Iglesia católica está dispuesta a aceptar la fecha que todos quieran» para la celebración de la Semana Santa, un pilar central en la vida cristiana que, sin embargo, ha estado marcado por la división en el calendario con el que cada confesión lo conmemora.
Este debate sobre la fijación de una fecha común para la Semana Santa no es nuevo. Durante años, católicos y ortodoxos han celebrado la Pascua en días diferentes debido a la utilización de distintos calendarios: el calendario gregoriano para los católicos y el juliano para la mayoría de las iglesias ortodoxas. Esta variación ha generado complicaciones tanto en las celebraciones litúrgicas como en la vida cotidiana de los fieles, quienes deben adaptarse a un calendario fluctuante que afecta sus vacaciones, trabajos y estudios.
El Papa Francisco, quien a lo largo de su papado ha promovido incansablemente la unidad entre los cristianos, ya había expresado en ocasiones anteriores su deseo de establecer una fecha fija para la Semana Santa, una aspiración que, según él, permitiría un «cambio histórico». En este sentido, recordamos que el beato Pablo VI también había mostrado apertura hacia esta posibilidad, sugiriendo que la Iglesia católica estaría dispuesta a renunciar al primer solsticio después de la luna llena de marzo para lograr este objetivo.
La Semana Santa se basa en el calendario lunar, y su fecha varía anualmente, lo que ocasiona que eventos relacionados, como la Cuaresma o Pentecostés, también cambien. Durante su pontificado, Francisco buscó establecer un modelo en el que el Domingo de Ramos siempre cayera el segundo domingo de abril, el Miércoles de Ceniza el primer miércoles de marzo, y Pentecostés se celebraría el primer domingo de junio, con Corpus Christi el tercer jueves de junio. Este cambio propuesto no solo hubiera tenido un impacto en la liturgia, sino también en la vida social y civil de los fieles.
Los simbolismos son clave en la vida cristiana, y el Papa Francisco fue consciente de esto cuando, en el contexto del 1700 aniversario del Concilio de Nicea, recordó el poder de la coincidencia en la celebración de la Pascua en 2025. En un hecho providencial, el 20 de abril de ese año, tanto los católicos como los ortodoxos conmemoraron la Pascua el mismo día por primera vez en once años. Esto se interpretó como un signo de esperanza y de la necesidad urgente de trabajar hacia la unidad. El Papa Francisco manifestó su deseo de que esta coincidencia sirviera como un llamado a la acción para todos los cristianos, instando a dar pasos concretos hacia la creación de una fecha común para la Pascua. Su mensaje fue que la unidad en la fe es esencial y que es momento de encontrar en Cristo Jesús el camino hacia esta meta. «Es el momento de confirmar nuestra profesión de fe en el único Dios y de encontrar en Cristo Jesús el camino hacia la unidad», enfatizó el Pontífice. La muerte del Papa Francisco se dio este 21 de abril que, curiosamente en este 2025, era Lunes de Pascua.
En resumen, el deseo del Papa Francisco de establecer una fecha común para la Semana Santa subrayó la necesidad de unidad en un mundo donde las divisiones han prevalecido por mucho tiempo. La propuesta no solo buscaba una solución litúrgica, sino también un acercamiento que permitiera a todos los cristianos trabajar juntos en torno a valores compartidos. La Semana Santa representa no solo un tiempo de reflexión y celebración, sino también una oportunidad para reafirmar el compromiso con la unidad y la comunidad de fe, valores fundamentales en la enseñanza cristiana. Un momento propicio para que todos los creyentes se unan en la esperanza de un futuro donde la celebración de la resurrección de Cristo sea un motivo de encuentro y alegría compartida. 'La partida a la Casa del Padre' del Papa Francisco en un Lunes de Pascua puede interpretarse como un gesto final de fe y una señal de esperanza en la vida eterna, según las enseñanzas cristianas. Durante su papado, Francisco enfatizó la importancia de la esperanza como núcleo del cristianismo, abogando por el cuidado del prójimo y la necesidad de construir puentes en un mundo fragmentado. Su fallecimiento el día en que los cristianos conmemoran la resurrección de Jesús parece consolidar un legado de esperanza, reflejando su compromiso de vivir la fe hasta el último momento de su vida.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.