
Pequeñas grandes historias
Cada jornada de la Semana Santa comienza con un ritual que cada familia celebra a su manera
Encarna Ximénez de Cisneros
Jueves, 17 de abril 2025, 00:34
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Encarna Ximénez de Cisneros
Jueves, 17 de abril 2025, 00:34
Les vemos cuando llegan a las iglesias, perfectamente ataviados –la estación de penitencia comienza al salir de la casa– con la indumentaria propia del lugar ... que corresponde en el cortejo. Detrás de esa imagen, hay historias individuales del cómo se desarrolla el día desde que comienza. Por ejemplo, la de María Sánchez que, como en otros casos, tiene todo dispuesto desde el mismo Domingo de Ramos: traje, mantilla, peina, guantes… y, por supuesto, la medalla de su hermandad.
En otros casos, hay un punto de encuentro, la casa familiar, donde son los abuelos los que disponen las vestimentas y hasta pueden compartir un almuerzo que de fuerzas para la larga –ojalá– jornada.
Cinco hermandades llamadas a llenar las calles en el Miércoles Santo. Desde los Estudiantes a los Gitanos, y en el corazón del Realejo, Rosario, Nazareno y Paciencia y Penas. De nuevo, en el corazón la imagen de Miguel Castillo y de toda su familia: su viuda, Pilar Martínez y sus hijos y nietos.
Las familias son una parte fundamental de las cofradías. Y son el relevo. Marta Peláez, una de las hijas del que fuera hermano mayor Miguel Peláez –apellido fundamental en la historia de la Lanzada– y de Inma Moreno, es ahora vocal de Juventud. Una juventud –cofrade o que no lo es… todavía– que ha pregonado este año Candela Barea, también miembro de una saga importante. Su abuelo, José Luis Barea, y su padre, Álvaro Barea, han sido pregoneros oficiales de la Semana Santa. Y, siempre se lo he dicho, no me extrañaría nada que ella fuera la tercera generación en subir al atril del teatro Isabel la Católica. Cuando corresponda.
Es bonita la labor de quienes utilizan su palabra para ensalzar a las hermandades, como han hecho este año Agustín Pacetti, en Los Gitanos, o el joven sacerdote, Antonio Guzmán, en Paciencia y Penas. Son cuarenta y cinco ediciones ya de la cita de exaltación de la cofradía que sale desde San Matías. Y les puedo hablar también de Álvaro Ramos, que sigue disertando sobre esto de los pregones –él mismo es un gran orador– gracias al estupendo libro que ha escrito, muy documentado, sobre los textos oficiales que han ensalzado nuestra Semana Santa.
Una de las cosas que más me gusta de estos días –aparte de las procesiones, claro– son los paseos. ¡Cuántas personas me encuentro a las que, en algunos casos, no veo desde el año anterior! Momentos de charla y de opiniones, de buenos deseos, como el que le transmití a Silvia Membrive, vicedecana del Colegio de Economistas, muy ilusionada de acompañar al Rosario y las Tres Caídas desde la iglesia de Santo Domingo. Allí me encontraré –escribo esto antes de la salida–, y no por primera vez en estas jornadas, con Marifrán Carazo que estará como alcaldesa, pero, sobre todo, como hermana –como yo– de esa corporación del Realejo.
Y muy cerquita, en la Merced, no faltará otro edil –en este caso del grupo socialista–, Juanjo Ibáñez, comprometido cofrade, y con el que he compartido fatigas y alegrías –besitos para tu padre Chico Ibáñez y el resto de la familia–, para salir en las filas del Nazareno como mi compañera Mercedes Morente.
Seguimos en Semana Santa, seguimos contando esas historias que se viven en estos días grande. Seguimos.
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