Rosario, el mar del Realejo
La Iglesia de Santo Domingo, el puerto desde el que partía una de las cofradías que a mayor número de personas congrega a su paso cada año
Fernando Argüelles
Jueves, 24 de marzo 2016, 02:54
El barrio del Realejo volvió a convertirse en un mar de devoción para la cofradía del Rosario. La Iglesia de Santo Domingo era el puerto ... desde el que partía una de las cofradías que a mayor número de personas congrega a su paso cada año. No extrañaba, por tanto, que desde mucho rato antes de la hora prevista para la salida del cortejo se agolparan ya personas buscando un buen sitio desde el que no perder detalle de la puesta en la calle de la cofradía.
A las siete y veinte de la tarde partía la cruz de guía de la corporación, mientras en la plaza la banda de Cornetas y Tambores de Jesús de las Tres Caídas interpretaba el himno de la ciudad, la conocida canción de Granada que compusiera Agustín Lara, aunque el momento más esperado por todos era la interpretación de la Salve Marinera por la Banda de Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana (Sevilla), formación musical que acompañaba un año más al paso de palio.
Antes de que volviera a sonar la salve, y muchos se atrevieran incluso a cantarla, la plaza de Santo Domingo había estallado en aplausos ante el trabajo costalero de la cuadrilla de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, la que muchos llaman la cuadrilla del arte. Magnífico y llamativo su andar por todo el recorrido, desde la misma salida en la plaza a luego el paso por la carrera oficial. El paso de Jesús de las Tres Caídas fue el primer misterio de la Semana Santa de Granada en el barroco. Entonces estaba compuesto por un romano y un cirineo, siendo el Señor de las Tres Caídas titular de la Hermandad de cocheros que residía en el Convento de San Francisco Casa Grande. Actualmente la imagen recibe culto en el convento de Santa Isabel la Real, en el Albaicín, siendo trasladado en la Cuaresma hasta Santo Domingo. Ahora, una vez que pase la Semana Santa, volverá a subir al Albaicín.
Ya en el regreso, destacó el paso de la cofradía por delante de la iglesia de los dominicos en la Gran Vía, así como el regreso por el barrio del Realejo, en el que no faltaron varias petaladas al paso de palio de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos.
Presentaba la cofradía el estreno de unas bocinas con bordados de Trinidad Morcillo, rescatados de antiguos tejidos por el Taller La Purísima de Alhendín, con orfebrería de de Alberto Quiros, diseñada por Álvaro Abril.
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