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Los 140 valientes estaban citados a 15.15 horas en la explanada del Parador de San Francisco. Bajo un cielo blanco, azul y gris, les ... esperaba su capitán José Luis. Por delante, ocho horas de sufrimiento y recogimiento. No, no es la crónica de una cruzada. Porque lo de Santa María de la Alhambra tiene mucho de fervor, ese que se vive hacia dentro, pero también de épica. Por eso los 140 costaleros de la Hermandad de la Alhambra son valientes. Y por eso José Luis es su capitán. «Esto no es sacar a un santo, esto es un acto de devoción», aclara el capataz, que lleva cuatro años con el martillo de Nuestra Señora de la Alhambra y 44 con el marbete de hermano. «Somos alhambreños», recalca con pasión. La misma que transmite a su gente. «¡Hoy es el día más bonito del año!», le recuerda a los veteranos. «¡Hoy será uno de los días más bonitos de vuestra vida!», le dice a los noveles.
La liturgia de un Sábado Santo en Granada. Después de cantar el cumpleaños feliz a dos de los miembros de la cuadrilla y recordar a algún ausente, las arengas. La de los días bonitos. La de somos un equipo. La de 'vamos mis valientes'. La de quienes tienen el inmenso honor de transportar, sobre su costal, un paso de 1.500 kilos que lleva, desde la Alhambra a Granada y desde Granada a la Alhambra, a la Piedad de Ruiz del Peral, una Virgen con el Señor yacente que mueve a miles de devotos.
Tras el rezo del Ave María oficiado por el páter Alejandro Anguis, José Luis reparte simbólicamente los trabajos a los veinte 'aguaores', la cantera de Santa María de la Alhambra. Todos tienen ya las papeletas de sitio, este año con un precioso diseño de Costela en el que se ve el manto de la Madre seguida de los portadores nada más atravesar el Arco de la Justicia.
A las 16.30 horas, treinta minutos antes de que se abran los portones, el templo está a reventar. Ahí llegan también 30 de los 140 costaleros de la Virgen –pantalón, zapatillas y sudaderas negras y camiseta blanca–. Ellos serán los encargados del primer relevo, uno de los más complicados. Tendrán que franquear, cuerpo a tierra, el dintel de la iglesia y luego el del Vino. Han ensayado cinco veces este año. José Luis y sus seis compañeros capataces tienen que dirigir la operación con precisión quirúrgica. Un balanceo excesivo, un centímetro de más, puede causar daños en uno de los pasos más bellos de la Semana Santa de Granada, el que reproduce en plata el patio de los Leones. «Darle un golpe me preocupa», asevera. «Pero me preocupa más que le suceda algo a uno de los míos», reconoce en referencia a los que van debajo.
A las cinco, con las nubes amenazantes, la cruz de guía sale a la calle. Dentro se escucha el golpe de la campana. «¡Vamos a repartir Alhambra por todo Graná!», clama José Luis en la primera levantá de mil. Los costaleros se dejan llevar. El barco navega a buen rumbo. Cariño y respeto. José Luis es el que manda. Lo demás se llama esfuerzo y orgullo. 50 kilos por barba son muchos kilos. No hay dolor. Todos saben lo que tienen que hacer y cuándo lo tienen que hacer. Lo primero es fácil, metiendo hombro. Lo segundo está estudiado. El recorrido de Santa María de la Alhambra está dividido en 20 tramos de unos 20 minutos. Unos salen otros entran. Unos salen otros entran.
En las trabajaderas, todo está equilibrado. Los 140 –en realidad 139 contando a los tres lesionados– saben lo que hacen. Éxito en la salida y la Puerta del Vino. «Seguimos con nuestra gincana», espeta José Luis levantando las tímidas sonrisas del respetable.
Pero queda la más difícil todavía, la de la Justicia. Dos giros de 90 grados completos a la derecha y dos a la izquierda. Con la dificultad añadida del desnivel. Cinco minutos, sin descanso, de comunión perfecta entre José Luis y los suyos. ¿Se puede introducir un paso de 3,50 metros de largo, 2,30 de ancho y cinco metros de alto con la cruz alzada en una puerta como la de la Justicia? Sí, se puede. José Luis conoce la loseta en el que tiene que iniciar el viraje. El juego de pesos. La dificultad añadida del peldaño del altar. Es el capitán. Cinco minutos. Una sonora salva de aplausos.
Santa María de la Alhambra continúa su camino. Un año más.
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