Soportújar: una tenebrosa escapada a la aldea de las brujas

Su nombre significa «lugar de soportales». Y es que este pequeño pueblo alpujarreño cuenta con numerosos pasadizos que, debido a la inclinación del terreno, forman las callejuelas al pasar bajo las viviendas. Esta es la primera de las peculiaridades que presenta esta bonita aldea, que arrastra una curiosa antropológica basada en la hechicería y en las figuras mitológicas de la bruja y el brujo. En torno a esta singularidad, Soportújar se ha convertido en uno de los destinos turísticos preferidos de los amantes de lo esotérico. Por todo esto y por muchos otros motivos, hoy te proponemos un recorrido por los rincones más fascinantes de la aldea de las brujas.

El núcleo urbano de Soportújar se remonta al siglo XIII, cuando constituía una alquería perteneciente a la Taha de Órgiva. Pero fueron los musulmanes los que habitaron la aldea hasta finales del siglo XVI, cuando se produjo la expulsión de los moriscos. Felipe II repobló este territorio, en el que se establecieron unas 27 familias procedentes de distintas regiones de España, muchas de ellas de Galicia, tierra de meigas.

Hoy en día, Soportújar es un pequeño pueblo de unos 260 habitantes, con un potente atractivo turístico, gracias a su entorno natural y al Proyecto Embrujo, una iniciativa que invita al visitante a adentrarse en el mundo de las brujas, de una forma encantadora.

La Cueva del Ojo se encuentra enclavada en un paraje que desprende cierto halo de misterio, a unos 500 metros de la entrada al municipio, frente al cementerio de Soportújar. A ella se accede por una larga escalera o por el Puente Encantado. En uno de sus extremos, la figura de una bruja invita a cruzarlo. Al otro extremo, ya dentro de la cueva, otra figura de una joven bruja da la bienvenida al visitante junto a los enseres propios de la hechicería. Por las inmediaciones de la cueva transcurre el sendero GR7.

En la plaza principal de Soportújar encontramos uno de los lugares más fotografiados del municipio: el Mirador del Embrujo, donde se ubica la famosa Fuente de las Brujas, que cuenta con las figuras de dos hechiceras (una joven y otra anciana) haciendo pócimas en un caldero; además de ofrecer unas espectaculares vistas del entorno alpujarreño. En este lugar se celebra cada verano la Feria del Embrujo, por lo que se ha dotado a la plaza de ciertos elementos embellecedores, como luces nocturnas y un mecanismo de agua vaporizada que simula el calor que desprende el caldero.

Otro lugar desde el que se pueden admirar fascinantes panorámicas del Valle de Órgiva e incluso del mar Mediterráneo es la Era del Aquelarre, ubicada en la parte alta del municipio, donde también se encuentra la Casa de la Bruja. Cuenta la leyenda que en este lugar se reunían las brujas de la Alpujarra para celebrar sus ritos. En la Era de las Cruces, ubicada junto a la del Aquelarre, se ha instalado un telescopio terrestre que permite al visitante admirar el entorno desde otro punto de vista.

Y para culminar este encantador recorrido, es altamente recomendable visitar el centro temático, en el que se exponen distintos aspectos de la brujería y de su historia.

La Calle La Zanjilla, que linda con el Soportal de los Naranjos y la Calle Estación, es la calle más estrecha de España y la segunda más estrecha del mundo. El punto más estrecho de esta vía, que tiene 20 metros de longitud, mide 50 centímetros. Esta vía pública desde hace unos años sirve también como atractivo turístico, ya que son numerosas las personas que acuden a verla y a fotografiarse en este angosto lugar.

En el término municipal de Soportújar se encuentra ubicado el primer centro budista de España, fundado por el Lama Yeshé y consagrado por el propio Dalai Lama. En este lugar, ubicado en el Cerro de Atalaya, cualquier persona puede pasar una época de retiro y aislamiento en contacto con la naturaleza, sin necesidad de profesar la fe budista.

No podemos concluir nuestra visita a la aldea de las brujas sin degustar sus delicias culinarias. La cocina mediterránea protagoniza la gastronomía de Soportújar, en la que destacan los cocidos como el puchero de hinojos, aunque también es posible reponer fuerzas con un contundente plato alpujarreño o unas migas, acompañadas de melón o pescado, así como con los productos derivados de la matanza.

Durante la Feria del Embrujo, que se celebra cada año a mediados de agosto, es posible degustar productos típicos de la zona, así como el típico vino alpujarreño. Toda una delicia para poner punto y final a una escapada con encanto por esta curiosa aldea de la Alta Alpujarra.