'La peste' regresa en forma

Aquel título acaparó atenciones por ser uno de los primeros de la plataforma, por el nivel de producción invertido en él y por contar al frente con Alberto Rodríguez, vinculado hasta entonces al cine únicamente. No escapó de las críticas, algunas sin demasiado fundamento (como aquella que señalaba que el acento de los actores dificultaba su comprensión) y otras más atinadas, que hablaban de la dispersión de algunas tramas que hacían recaer la atención del espectador.

El propio Rodríguez declaró que no resultó sencillo para él inmiscuirse en este medio, que requiere de una estrategia muy diferente a la que estaba acostumbrado y una entrega que no esperaba. Quizá por ello en esta ocasión solo dirija dos capítulos, aunque haya estado muy presente en la concepción de toda la temporada, pero no en el proceso de escritura. Él mismo tuvo dudas sobre la continuidad del proyecto. ¿Era necesario contar algo más de aquella historia? Pero 'La peste' consiguió convertirse en un concepto, que ahora se puede aplicar a otras temáticas y argumentos, y en una marca, en la que el público sabe que se va a encontrar con un nivel visual inaudito en el panorma patrio. Rafael Cobos, coguionista de la primera parte, ha tenido en cuenta todo esto para diseñar los nuevos episodios, que presentan una historia diferente, que no pierde la capacidad de indagar en distintas capas que tenía la anterior pero gana en reflejos y ritmo.

La acción se sitúa esta vez cinco años después, en una Sevilla a la que ya no amenaza la peste bubonica, sino otra enfermedad cuya infección también puede ser letal, el hampa. La Garduña es una organización que se ha asentado en la ciudad y controla negocios como el de la prostitución. En torno a ella giran los acontecimientos en esta nueva tanda. Las muchachas que la ejercen propiciarán el reencuentro con algunos de los protagonistas de la temporada inicial, como Teresa Pinelo (estupenda Patricia López Arnaiz), la viuda del adinerado Germán, que reaparecerá aquí para intentar salvar a estas chicas. Para ello contará con la colaboración de Valerio (Sergio Castellanos), el bastardo de su marido fallecido, con el que ha forjado una relación que ya podría considerarse de madre e hijo. Pero este último va a ser eliminado y ella no tendrá más remedio que recurrir a Mateo (Pablo Molinero) para que averigue lo que ha sucedido con él. Sus investigaciones irán más allá, puesto que husmeará hasta dar con el líder que controla la mafia sevillana.

A estos se unirá Pontecorvo, gobernador de Sevilla que trata de poner orden en ella; y dos viejos conocidos, Baeza, un don nadie que se enamora de quien no debe y trata de buscarse la vida como puede, y la Yuste, capaz de vender a cualquiera para salirse con la suya. En definitiva, un retablo de personajes bien perfilados que sirven como piezas para un fin, el de volver a retratar la pobredumbre de una sociedad malherida y corrupta.

Como apuntaba antes, si por algo destaca 'La peste' es por volver a traer a la televisión unas formas de rodar inusuales y una factura propia de otra época (la de las adaptaciones de TVE en los años 80 y 90) o de industrias de otros países. Pese al indiscutible boom de las series en la actualidad hay pocas propuestas con un cuidado semejante de la imagen y del arte y con unos recursos como este. Y están puestos todos al servicio de una trama, que en esta ocasión sí consigue mantener el temple y atar bien todos los cabos.

Pero el gran logro de esta apuesta de Movistar ha sido desarrollar una antología que habla sobre el poder, la corrupción y los claroscuros de un ser humano que siempre encuentra un precio por el que venderse. Porque eso es lo que en definitiva contaban los episodios y lo que cuentan los que acaban de estrenarse.

La segunda temporada de 'La peste. La mano de la Garduña' está disponible en Movistar+.