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Funeral por la muerte de Laena. RC
Precuela de Juego de Tronos en HBO | Crítica del episodio 7 de 'La casa del dragón': otra boda y un funeral

Crítica del episodio 7 de 'La casa del dragón': otra boda y un funeral

La muerte de Laena reúne a todos los personajes en una ceremonia y su posterior noche que se salda tensiones y lesiones

Mikel Labastida

Valencia

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Lunes, 3 de octubre 2022, 06:33

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'La casa del dragón' se crece en los capítulos que se desarrollan en un solo escenario, con todos los protagonistas reunidos alrededor de un acontecimiento. Sucedió en el tercer episodio en la cacería de Viserys en la que Rhaenyra estalla porque no quiere ser mercancia que se entrega al mejor postor y ha sucedido en el séptimo capítulo, el último emitido y posiblemente el mejor hasta ahora de la temporada. En él los Targaryen y los Velaryon se reúnen en Marcaderiva a propósito del funeral de Laena, que se autoinmoló al no ser capaz de dar a luz a su tercer hijo.

En esta entrega todos se quitan la careta, dejan de disimular y fingir y exponen sus sentimientos, sus dudas y sus miserias, lo que provocará nuevas alianzas y enfrentamientos. Con sus caras descubiertas no hay espacio para la tregua y la brecha en el reino se va haciendo cada vez más visible, por más que el rey Viserys trate en vano de apaciguar los ánimos y de zanjar la enemistad. A las peleas entre los mayores se unen las de las generaciones más jóvenes, que han heredado odios y rencillas y tratan de solucionarlos a su modo.

Es un capítulo de miradas furtivas y desafiantes, de temores compartidos, de personajes perdidos que tratan de buscar su lugar mientras lamentan la ausencia de Laena. Es un capítulo en el que la tensión latente entre Rhaenyra y Alicent estalla de un modo más evidente que nunca. Es un capítulo en el que las complicidades entre aliados aumentan, entre Alicent y ser Criston o entre ella y su padre (que ha regresado para ocupar otra vez el cargo de Mano del Rey), entre Rhaenys y Lord Corlys, y entre Rhaenyra y su tío Daemon, por supuesto.

Lord Corlys con su nieto.
Lord Corlys con su nieto. RC

«El fuego es un poder extraño. La casa Targaryen se lo debe todo a él, pero a ambos nos ha quitado lo que amábamos», le dice Rhaneyra a su tío. Con él puede ser sincera y hablar sin cortapisas. Daemon llora la muerte de su mujer, que falleció entre llamas, pero la princesa no disimula que también las llamas han acabado con su amado Harwin Strong, aunque ella no puede llorarle abiertamente. Las desdichas que ambos han sufrido les lleva a unirse más que nunca, a ser sinceros el uno con el otro, a dar rienda suelta a sus sentimientos, algo que llevábamos esperando varios episodios y por fin ha ocurrido. «El fuego es una prisión», lamenta Rhaenyra, antes de declararse a su tío y asegurarle que lo necesita. «Unamos nuestra sangre», le propone. «Tú y yo estamos hechos de fuego. Nuestro destino siempre fue arder juntos», le confiesa antes de decidir que ha llegado el momento en que se dejen llevar por lo que sienten y peleen juntos por el Trono de Hierro. Y así se hace.

Un capítulo plagado de incidentes

Pero para llegar hasta esa decisión han tenido que suceder unos cuantos incidentes graves. El capítulo comienza con los restos de Laena en un ataúd que se va a lanzar al mar en un acto al que asisten todos sus familiares, su esposo, sus padres, su hermano y sus hijas. Todos se muestran desconsolados por no haber sido capaces de ayudarla, excepto su marido que es ajeno a la parafernalia de la ceremonia. En la posterior reunión Rhaenyra y Daemon se buscan entre la multitud porque tienen asuntos pendientes.

Esos asuntos los tratan esa misma noche, en la que la sobrina le recrimina que la abandonase hace años y en la que le pidan que no se repriman más. Y no lo hacen. A rey muerto rey puesto. Los dos viudos (él de esposa, ella de amante) se reconfortan juntos.

Mientras esto sucede Aemond, segundo hijo de Alicent y Viserys tiene sus ojos (¡sus ojos!) puestos en Vhagar, el enorme dragón que se ha quedado sin jinete tras la muerte de Laena. El muchacho anda como loco por poseer una propio y esa misma noche se pone a prueba y trata de montarlo. La bestia no se lo pone fácil pero finalmente consigue hacerlo suyo. La hazaña no es bien vista por las hijas de Laena, que consideran que una de ellas debería ser la dueña del dragón. Y esto desemboca en una pelea a la que se unen los hijos de Rhaenyra, que salen en defensa de sus primas. Aemond para provocarles les acusa de ser unos bastardos, lo que desata la ira del menor de los hermanos que termina arrebatándole un ojo.

La reina Alicent desatada.
La reina Alicent desatada. RC

La pelea infantil reúne a todos los adultos en uno de los salones de Marcaderiva, en el que Alicent no disimula sus nervios y clama que se haga justicia con su hijo. Pero Viserys solo quiere poner paz y resolver el asunto de modos más cordiales. Viendo que su marido no piensa hacer nada Alicent decide hacer justicia ella misma y se acaba enfrentando cara a cara, cuchillo en mano, a Rhaenyra. «Es agotador ¿no? Esconderte tras el manto de rectitud. Ahora todos ven cómo eres», le espeta la princesa a la reina. Y efectivamente todos ven de lo que es capaz esta nueva Alicent, que va a por todas por defender a su hijo. El rey Viserys, sin embargo, cierra la cumbre improvisada advirtiendo de que mandará cortar la lengua a aquel que ponga en duda la legitimidad de sus nietos.

Precisamente de ellos hablan también Rhaenys y Lord Corlys, conscientes de que su hijo no puede ser su padre. A él le da igual y está dispuesto a todo por aparentar. Pero ella quiere que dejen atrás su farsa y nombren heredera a una de las hijas de Laena. Dolida por la pérdida de su hija busca hacerle justicia. No es consciente de que las desgracias no han acabado. Unas horas después va a presenciar la muerte de su otro hijo, Laenor, a manos de su protector, Qarl Correy.

En realidad todo es una artimaña urdida entre el joven y su esposa, después de que ambos reconozcan que no puedan seguir viviendo vidas que no les corresponden. Ante la imposibilidad de divorciarse buscan un atajo: fingir la muerte de Laenor para que él pueda vivir su vida junto a su amante lejos de Marea Alta y ella rehaga su vida junto a su verdadero amor, Daemon. Con una boda valyria, en la que intercambian besos y sangre, sellan su amor. A ver cómo se lo toma l rey. Y esa reina encendida que es Alicent.

El mejor episodio visto hasta el momento de la serie no se libra de reproches. ¿Recuerdan lo que nos costó distinguir lo que sucedía en 'La larga noche', el episodio en el que se acababa con el Rey de la Noche por lo oscuro que se veía todo? Pues en este episodio hay momentos en el que rinden homenaje a aquel. Otra cosa no se explica.

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