'Los Tigres': Aventuras submarinas muy reales
Alberto Rodríguez narra con autenticidad y ritmo una intriga protagonizada por dos hermanos buzos en la costa de Huelva
Qué gran director es Alberto Rodríguez. Muy pocos cineastas podrían haber afrontado la titánica tarea de acometer dos proyectos seguidos como 'Los Tigres' (estreno el ... 31 de octubre) y 'Anatomía de un instante', la ambiciosísima serie basada en el libro de Javier Cercas que el director sevillano convierte en una apasionante crónica de la Transición (en Movistar Plus el 20 de noviembre). Rodríguez presentó en el Festival de San Sebastián ambos títulos y demostró el pleno dominio de su oficio, su inmenso talento como narrador nato.
'Los Tigres', que se llevó el Premio del Jurado a la mejor fotografía para Pau Esteve, recupera al autor de thrillers tan influyentes como 'La isla mínima'. Y si bien no resulta tan redonda como aquella pesquisa detectivesca ambientada en las marismas del Guadalquivir a inicios de los 80, deviene apasionante por dos razones: muestra un lugar, una cultura, un modo de vida –el de los buzos industriales en la costa de Huelva–, al tiempo que funciona como cine negro con mensaje social de fondo.
Antonio de la Torre y Bárbara Lennie, ambos con acento andaluz, son los protagonistas de esta historia de amor fraternal. De niños, su padre les lanzaba el reloj de pulsera al mar desde una zodiac para que se curtieran buceando. A su familia les llaman 'Los Tigres'. Antonio, es el mejor en lo suyo, hasta reconoce que sabe desenvolverse mejor dentro que fuera del agua; Estrella se queda en el barco con la manguera del oxígeno, el cordón umbilical que mantiene con vida a su hermano. Se duermen con el sonido de las olas en el móvil.
La primera media hora del filme es arrebatadora. Entendemos a la perfección la labor de los buzos industriales, mezcla de fontaneros y astronautas, que se juegan la vida en cada inmersión para reparar el casco de un buque o encontrar un cuerpo en el fondo de un pantano. Estrella, sorda de un oído, sueña con un trabajo de bióloga en una reserva marina de Vigo; Antonio, al que una dolencia cardiaca le condena a tierra firme, encuentra un alijo de cocaína oculto en un mercante. Pasta para que no le quiten la custodia de sus hijas.
Alberto Rodríguez rueda cada inmersión con suspense y sentido de la espectacularidad. La crisis económica, la precariedad, la inmigración y, cómo no, el narcotráfico también tienen cabida sin levantar la voz en esta historia sobre la herencia familiar. Todo resulta creíble y respira autenticidad, incluidos esos secundarios que el director de 'Modelo 77' siempre mima, como Joaquín Núñez, el patrón del barco, que ya ganó un Goya por 'Grupo 7'. Una aventura submarina a disfrutar.
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