Paco Plaza: «'El día de la Bestia' cambió mi vida»

–Se considera, ante todo, un director de cine de terror.

–Sí. Mi amor por el cine nació viendo pelis de terror y lo considero un título honorífico, lo máximo a lo que puedo aspirar. Es un encasillamiento que no me molesta, más bien todo lo contrario. Para mí la mejor película de Polanski es 'La semilla del diablo'; la de Friedkin, 'El exorcista'; la de Spielberg, 'Tiburón'... El terror te permite una libertad de exploración que no te dan otros géneros. Aspiro a seguir siendo un director de cine de terror toda mi vida.

–¿Qué tipo de terror tiene 'La abuela', la película que rodará en unas pocas semanas con guion de Carlos Vermut?

–Muy crudo y naturalista. A veces es complicado hablar de las películas sin destriparlas, muchas veces el proceso de hacerlas supone descubrirlas. Hasta que no la terminas no eres plenamente consciente de la película que has hecho. Porque si sabes cómo es antes de hacerla, mejor no la hagas. Me ocurrió con 'Verónica': cuando la vi terminada fui consciente del peso que tenía el tema del paso de la infancia a la madurez. Es como eso que dicen de los escultores, que sacan la obra que estaba dentro de la piedra.

–¿'La abuela' es tan costumbrista como 'Verónica'?

–No. 'Verónica' intentaba retratar un momento concreto de la vida de la protagonista y de la historia de España, 1991. Esta es más alegórica, más fábula. Que la escriba Carlos Vermut le otorga una pátina algo críptica muy de su cine.

–En 'Quien a hierro mata' demostraba que vivir carcomido por el odio no nos lleva a ningún sitio.

–Era lo que más me interaba. Odiar a otras personas solo te envenena a ti mismo, el rencor es una tabla que nunca flota. Puedes acabar arruinando tu vida solo porque eres incapaz de disfrutarla.

–La película ha tenido tres nominaciones a los Goya. ¿Qué relación guarda con los premios?

–¿Tres? Los premios son algo externo a nuestro trabajo, ayudan a promocionar y festejar el cine. Pero el objetivo de una película es comunicarte con los espectadores y dejar testimonio de algo importante. Cuando me nominaron al Goya fui a la gala con mi madre, fue muy bonito.

–¿Opina usted como Scorsese que el cine está copado por los superhéroes y ya no tienen cabida las historias personales?

–La realidad en cada país es diferente. Aquí no tenemos cine de superhéroes, una maquinaria de un gran estudio. Nuestra industria es muy artesana, cada película es una iniciativa de un grupo de personas muy reducida. Vivimos un momento muy estimulante para los creadores de contenidos. Agarrarse a la nostalgia de cuántos cines había en la Gran Vía es un discurso con el que no sintonizo. El mundo y la manera de consumir la cultura cambian. Soy muy optimista, creo que las salas van a permanecer, incluso hay países donde los espectadores de cines han subido. No me gustan los discursos apocalípticos, se está haciendo y se está viendo más cine que nunca. A lo mejor es cierto que hay un tipo de película que tradicionalmente ha tenido su público en salas y ahora lo encuentra en plataformas. También había un cine en salas que no tenía ningún público y que ahora puede encontrar un hueco de mercado en plataformas especializadas. Demonizar la diversificación en la oferta de consumo no tiene sentido.

–¿No cree que se han devaluado las películas, que dura muy poco la atención sobre ellas?

–Depende. 'Parásitos' lleva muchas semanas en cartel, y 'Dolor y gloria'. ¿Se ha devaluado la música porque la escuchamos en Spotify y ya no compramos discos? No lo creo. Quizá la gente esté escuchando música y yendo a conciertos más que nunca. Ha cambiado la manera de consumir. ¿Quién nos dice que un chaval que ve algo en Netflix no acaba yendo a los Golem? No empatizo con el discurso de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

–Las plataformas son un aliado y no el enemigo.

–Totalmente. Hay gente que nunca iba al cine y ahora ve películas en HBO o Filmin

–Sobre todo ven series.

–Veo con mucha simpatía el fenómeno de las series en España. Está generando una cantera de técnicos y dando trabajo a todo el mundo. No simpatizo con un deje elitista cine en salas versus plataformas. Yo he visto en la tele toda la filmografía de Kurosawa. Veía con once años a Mizoguchi en la tele y en español. Y cuando en la Filmoteca ponen 'Los amantes crucificados' voy corriendo a verla. Todos vimos 'ET' doblada, no vayamos ahora de exquisitos.

–¿Sentirá algo cuando se estrene este jueves el episodio final de 'Star Wars'?

–No. He desconectado. Vi las originales de niño y me encantaron. Fui a ver las nuevas trilogías y me di cuenta de que no era lo mío.

–'El día de la Bestia' es una película esencial para usted.

–Me cambió la vida, se lo digo siempre a Álex y se ruboriza. Fue la primera vez que veía una película que sintonizaba con lo que yo quería ver y hacer. Era una película de gran espectáculo sin perder el carácter puramente español, con nuestro humor, idiosincrasia e iconografía. Me sentí muy apelado por Álex, un chaval que no me llevaba tantos años, que tenía pinta de friqui como yo y al que le gustaban los cómics. 'El día de la Bestia' fue una patada en la puerta, una bocanada de aire fresco. Me hizo sentir que a lo mejor sí podía dedicarme a esto.

–¿La película que más le ha gustado este año?

–'Midsommar' y 'Lo que arde'. Las dos me han entusiasmado. Cada vez me obsesiona más que el cine empieza donde acaba la trama, que ahora es el territorio de la televisión. En ciertas películas no es tan importante el qué pasa, sino el mundo que accedes a conocer.