Vuelve la Liga, ¿y el fútbol?
La Carrera ·
Campanal fue un eco que sonó en mi niñez para que admirara un fútbol gloriosoalfredo ybarra
Martes, 26 de mayo 2020, 23:14
Vuelve la Liga. Lo que no sé es si vuelve el fútbol. Vuelve el dislocado calendario liguero. Pero no sé si ese fantasioso refugio del ... alma colectiva regresa. Ese espectáculo que dijo Cruyff que debe ser el fútbol, en su nueva realidad va a ser algo espectral, como un teatro vacío, como una ceremonia religiosa celebrada en un templo sin fieles: descorazonada y disipada. No van a estar los aficionados con la parafernalia de sus colores. Ellos son la banda sonora del partido. Cantan, gritan, celebran los goles, corean, aclaman o reprochan, intimidan al contrario. Los aficionados dejan de ser individuos y vigorizan sus pasiones hechos masa, bandada de estorninos que toma diferentes formas según los momentos. Bill Shankly, el genial entrenador del Liverpool que tantas frases y gestos dejó para la historia de este deporte dijo que «el fútbol es mucho más que una cuestión de vida o muerte». El escritor José Luis Sampedro señalaba que «el culto hispánico religioso ha cedido paso a una nueva fe, en la que los sacerdotes emergen desde una cavidad subterránea y ofician con el pie».
En el regreso, los alemanes se han postulado para revelar, el camino a la nueva realidad, donde en el juego se castigan los abrazos de celebración, pero no otro tipo de contactos físicos. Ahí, la megafonía y los efectos especiales sustituyen chuscamente la ausencia de público. Suena a pachanga infantil en un día nublado. Pero hay mucho dinero en juego, y el tinglado es enorme. El fútbol dejó hace tiempo de ser aquel juego levantado en la épica romántica, quijotesco. Pero todavía hay aficionados, al margen de los que necesitan el rebaño fanático, o la ración hiperbólica de fulgores descremados, que lo ven como una religión que no hace ningún daño, como diría Vázquez Montalbán; que lo reflejan en el paradigma de Iniesta, en la magia de Messi, en la personalidad de Zidane. Eduardo Galeano escribía que «los buenos jugadores de fútbol no necesitan ser titanes esculpidos por Miguel Ángel. En el fútbol, la capacidad es mucho más importante que la forma, y en muchos casos, la habilidad es el arte de convertir las limitaciones en virtudes».
Y digo todo esto, porque el lunes fallecía a los 88 años Marcelino Campanal, leyenda del fútbol y del atletismo senior, figura del Sevilla, capitán de la selección española con 23 años. Defensa legendario que puede muy bien encarnar aquel fútbol helénico. Con 17 años llegó al Iliturgi, el equipo de Andújar, uno de esos clubs que sin ser de los grandes se hizo un nombre en el panorama español, por su rigor organizativo y deportivo. Al poco el Sevilla al que pertenecía lo reclutó, para triunfar como un titán. Campanal fue un eco que sonó en mi niñez para que admirara un fútbol glorioso. Hace unos años en Andújar pude disfrutar de una valiosa conversación con él, donde entre mil anécdotas, subrayó como ese juego simple que es difícil jugar de manera simple le marcó verdaderos valores anímicos. Vuelve la liga. ¿Y el fútbol?
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