El martes, al hacer balance de su cuarto año triunfal, Sánchez calificó a su gobierno de «social y ejemplar», lo que provocó tal catarata de ... carcajadas que a más de uno se le dilató el peritoneo y le salió una hernia. Dicen que se ha disparado la venta de bragueros en ortopedias y en Amazon. No se descarta un serio desabastecimiento de estos artilugios. Cada día parece más cercana la rebelión de las masas que durante la pandemia siguieron dócilmente las consignas y consejos del señor de la Moncloa. No se atrevieron ni a rechistar, ni siquiera cuando les dijeron que no había comité científico que avalara las boutades de Fernando Simón. Pero, al despertar, se han encontrado con una imparable subida de precios en combustibles, luz y artículos de primera necesidad que les dejan el monedero tiritando. No cuela que la culpa sea del malvado Putin. Las tragaderas tienen un límite. No todo vale y, por eso, el anuncio que hizo 'Producciones Moncloa' de una pedrea de 50 millones sobre Andalucía para un plan de empleo despertó el mismo interés que despierta entre las vacas el paso del tren. Cierto es que hubo un tiempo, ya remoto, en que creímos en las ilusionantes promesas electorales de los distintos partidos, pero terminaron en un desencanto mayor que el de los Panero.
Tras el fiasco vinieron la indignación y la rabia, combatidas a base de valerianas y lexatin, hasta que, cansados de tanto bregar durante años y años en el pantano de la mediocridad, cada vez somos más los que terminamos varando la barca en la orilla del escepticismo. Allí el barman nos sirve raciones de sarcasmo mientras algunos candidatos desfilan estos días con programas casi tan viejos como el Código de Hammurabi. Y, claro, oyendo tanta promesa vana y tanto proyecto acartonado de puro viejo se desata la risa y provoca hernias inguinales. Por si acaso, voy a dejarme caer un día de estos por la ortopedia de la esquina para encargar un braguero, no vayamos a que las carcajadas producidas por la facundia de un cantamañanas me lleven al quirófano.Total, que este Corpus, pese al mandato de la reina Isabel, no nos van a dejar divertirnos como locos. Candidatos y candidatas aparecerán en carne mortal en cualquier esquina, caseta o plaza. Alguien debería advertir que las informaciones, declaraciones y fotos de los candidatos «pueden herir la sensibilidad del votante». Incluso sería oportuno algún tipo de sanción moral a quienes usen latiguillos tan sobados como «me voy a dejar la piel en el empeño», «trabajaré día y noche incansablemente hasta conseguirlo» o «quiero poner mi granito de arena para ayudar a esta provincia en su despegue».
Cuando oigamos dislates de este tipo hay que salir de naja. Tampoco es necesario que nos vuelvan a pintar Andalucía de verde esperanza. Me conformo con que lleven a cabo el Corredor Mediterráneo; que hagan el tercer carril en el único tramo en cuesta de la A-92 que no lo tiene, entre los kilómetros 247 al 253; que el AVE de Granada deje de ser una gallina coja; que planten los miles de árboles anunciados y que no toquen más la Vega. Como pedía Chavela Vargas: que no te duerman con cuentos de hadas y no te cierren el bar de la esquina. Mientras le damos vuelta a la jerigonza lampedusiana de que «si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie», hágame caso y encargue su braguero, porque a partir del domingo 19 nos vamos a 'jartar' de reír… y de llorar viendo teñirse de rojo la cuenta bancaria ante el imparable ascenso del IPC.
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