Asistía al inicio del curso de la Academia Andaluza de Ciencia Regional en Córdoba y cuyo tema central era la conferencia del catedrático de economía ... profesor Rodríguez Alcaide, que goza de reconocido prestigio y experiencia en el conocimiento de China. La tesis que planteaba se basaba en cómo el líder chino recién nombrado Xi Jinping, utilizaba el sentimiento de agravio padecido por el pueblo chino desde los primeros contactos con occidente en el siglo XVI, pasando por las imposiciones sufridas por las guerras del opio y las concesiones extranjeras, sin olvidar la referencia al Japón y sus intentos de ocupación, para configurar un factor de aglutinamiento social en un país multiétnico y multicultural de aparente unidad impuesta por el comunismo en los últimos 75 años. Es una opción a un modelo político de base nacionalista y populista sin dejar de ser comunista.
Al hilo de esta reflexión, pensaba en este modelo que se impone en los países emergentes de África e Iberoamérica, que ya es una realidad, pero que busca tener una oportunidad en otros ámbitos territoriales, como ocurre con el caso de España con la Cataluña separatista, no olvidemos el lema de «España nos roba» y también en España como entidad nacional. No es casualidad que la siniestra figura de Rodríguez Zapatero aparezca siempre en estos procesos como ha ocurrido en Brasil en la proclamación del populista Lula da Silva. Si analizamos la política interior de España, la estrategia del Gobierno social comunista busca basarse en este esquema victimista para ir introduciendo los cambios estructurales de carácter político e institucionales, que les permitan asegurar una mayoría social que les posibilite consolidar su permanencia en el gobierno.
El lema de que «el PP no respeta la constitución», mientras ellos y el pueblo español se esfuerzan en cumplirla, es un ejemplo de victimismo utilizado para denigrar la actitud política de la oposición en el pacto por el desbloqueo del CGPJ, ignorando por su parte las condenas y resoluciones por incumplimiento de mandatos constitucionales de las que son responsables. Todo un ejercicio de cinismo institucionalizado. Es insultante ver al soberbio de Pedro Sánchez aparentar humildad, cuando esa humildad es falsa y denota la mayor de las soberbias, en el ánimo de colocarse en el plano de víctima incomprendida por la oposición canalla que solo busca sus propios intereses; y más insultante es ver al coro de turiferarios repetir esos mantras manidos y casposos a falta de argumentos serios que expliquen la postura del Gobierno y su verdadera intencionalidad.
Si observamos todo el teatro político, legal e institucional en el que se desarrolla la supuesta «memoria democrática», es claro que tiene un trasfondo psicológico para provocar el sentimiento de victimismo en personas que, o no tienen una relación próxima con lo ocurrido o no conocen la verdad de lo ocurrido. Cierto que ocurrieron hechos execrables en el conflicto civil y después del conflicto civil, pero posiblemente mucho menos generalizados, arbitrarios y crueles que los ocurridos antes y en el conflicto civil. Las personas, mentalmente sanas, han superado lo ocurrido hace más de ochenta años y no entiende ese volver a recordar conductas indeseables; no ocurre así por parte de los interesados en generar procesos de ingeniería social de carácter victimista para los fines que ellos conocen, pero que no manifiestan.
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