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El viajero oriental

Tribuna ·

Contaban de él que era enormemente extrovertido y que amaba las multitudes; le encantaba exhibirse y buscaba la presencia de cuantos más receptores de su mensaje, mejor

Viernes, 18 de diciembre 2020, 01:11

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En la madrugada del 1 de diciembre pasado pudimos ser testigos de un fenómeno natural por el que la luna llena, en su retirada, daba ... la bienvenida en nuestro cielo al nuevo, y diametralmente opuesto, sol naciente. Efectivamente, mientras a oriente, las primeras nubes de la mañana se teñían de naranja, estimuladas por el despertar del astro rey, en occidente se podía disfrutar de una luna enorme y brillante, que lucía los últimos compases de su devenir diario alrededor de la tierra. Era como un cortejo cósmico en el que la diosa selenita, una vez interpretada su función, nos dejaba en manos de nuestra estrella más cercana para ir marcando nuestro ritmo de vida secular. Cuentan los expertos que en los días que esto ocurre en las horas tempranas, también se ofrece el mismo espectáculo durante los atardeceres, pero a la inversa. Así, mientras el sol da sus últimos estertores hacia su ocaso en occidente, la luna se muestra señera en los cielos orientales. Es el devenir sideral de un universo que fue gestándose con ese transitar, a nuestra vista, de derecha a izquierda, de oriente a occidente. Aunque también dirán los expertos que, en el universo, entre los muchos que pueda haber, y no es éste que escribe maestro para debatir sobre ese tema, no hay ni derecha ni izquierda, ni Este ni Oeste, ni Norte ni Sur.

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