Vacunación con AstraZeneca

Todas las vacunas tienen sus riesgos, bastante menos que muchos de los fármacos que habitualmente tomamos, como el ibuprofeno, la aspirina o la heparina. Con una de ellas, AstraZeneca, se ha generado cierta polémica. El pasado 7 de abril, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) manifestó un posible vínculo, no demostrado científicamente, entre AstraZeneca y la aparición de trombos, con una frecuencia bajísima, que no llega a un caso entre 100.000 personas vacunadas –de 34 millones de vacunados en Europa solo se conocen 300 casos–. Según afirmó la EMA, se debería administrar esta vacuna sin límite de edad, pues no puede establecerse, una asociación entre los trombos y la edad, el sexo o el historial médico de los enfermos.

La falta de liderazgo de la Comisión Europea para proponer una solución conjunta ante esta vacuna –la reunión de Ministros de Sanidad europeos del 7 de abril no llegó a ninguna conclusión–, ha propiciado multitud de respuestas, sin fundamento epidemiológico alguno, lo cual está generando incertidumbre y miedo en parte de la población. Hubo países que la suspendieron durante una semana, otros a más largo plazo, y las franjas de edad a la que se aplica es muy diferente. Si Europa ha creado una autoridad regulatoria sanitaria en materia de medicamentos y vacunas, entendemos que debe ser para hacerle caso y no para ignorar sus informes técnicos.

En este momento, es necesario el consenso de la UE, tanto en la administración de esta vacuna, como en otros temas controvertidos: exigir la provisión de las vacunas acordadas, a las farmacéuticas; las segundas dosis, aún no administradas de AstraZeneca, deben ser de la misma vacuna, y no, como pretende Francia, de otra distinta, pues esta práctica no cuenta con evidencias científicas y está en contra de las directrices de la OMS; y rechazo a la posible contratación de la vacuna Sputnik, que ni tiene la autorización de la EMA, ni hay evidencia de que tenga capacidad de producción a gran escala. Con las vacunas contratadas, Europa tiene ya cubiertas sus necesidades.

En conclusión, de acuerdo con la EMA y la OMS, AstraZeneca debería administrarse sin límites de edad, y sería necesaria, igualmente, una campaña de comunicación a nivel europeo y nacional para explicar con datos científicos todo esto, para calmar la inquietud y el desasosiego existente. La única solución posible a una crisis sanitaria como la que vivimos tiene que venir de la ciencia. Lo que ha generado tanta confusión es que la ciencia no tiene verdades absolutas, y tanto la comunicación como la política naufragan con esa falta de certezas que ellas precisan.