Tristérrima (I)
La Carrera ·
En la España de la propaganda y el embuste, del pan y circo, ya hay un enemigo declarado: el pensamiento libreJosé Ángel Marín
Jaén
Lunes, 4 de enero 2021, 22:50
Entornemos un poco los ojos, por favor, porque hablamos hoy de un episodio de El Quijote que creo viene al pelo. Se trata del encuentro ... que tiene lugar durante una semana festiva cuando las compañías teatrales, tras haber actuado en las procesiones de las capitales, llevaban sus autos sacramentales a los pueblos de los contornos (Segunda parte, Cap. XI). El lance aludido describe con maestría la coincidencia en el camino de Don Quijote y una carreta de actores.
Extraigo de esta ingeniosa aventura una frase que creo retrata el pasado y el presente: 'Las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias'.
Tristeza de bestias fue la que me invadió el otro día al leer una noticia tristérrima. Se informaba de que una escuela cerca de Boston ha prohibido la Odisea. Retiran el texto del plan de estudios porque, al parecer, el claustro de profesores considera que la obra de Homero es inadecuada.
Se constata así que los estragos de la corrección política –que todo lo anega en el mundo de hoy– avasalla incluso a los clásicos. Que la Odisea sea víctima de los dictados de la corrección política no crean que ha ruborizado a las autoridades académicas del sitio. De eso nada. Nadie se ha puesto 'colorao', todo lo contrario. Los profesores se jactan de no enseñar a sus alumnos el poema épico esencial que narra las aventuras de Odiseo (Ulises, en latín) en el viaje de regreso a su patria, Ítaca, tras la guerra de Troya. Hasta hubo un majadero en el claustro que adujo con fasto doctoral que hay dudas sobre la autoría de esta obra atribuida a Homero; como si fuera importante quién escribió la obra más que la obra en sí. (Otro zote con galones que ignora que los autores pasan y las obras permanecen).
Como en el relato cervantino que cité al inicio, la Odisea –y también la Ilíada–, eran piezas de la tradición oral antigua que rapsodas y actores cantaban de pueblo en pueblo, hasta que en el siglo VI a.C. los versos homéricos se recopilaron por escrito.
Visto lo visto, todo eso se va al carajo también aquí, si no se ha ido ya. En la España de la propaganda y el embuste, del pan y circo, ya hay un enemigo declarado: el pensamiento libre. Y lo digo en este orden porque para ser libre primero hay que pensar, o que te dejen hacerlo, claro. Y para pensar hay que tener criterio; cosa que no cae por la chimenea, sino que se adquiere con educación e instrucción. Sí, he dicho instrucción (debo ser un carca redomado).
Son tiempos de dictadura cultural, de fábrica de ignorantes, y quien pretenda pensar de modo diferente a lo decretado como políticamente correcto se convierte –como mínimo– en sospechoso. En el nuevo absolutismo infantiloide, en esa ficción de Teletubbies que nos inoculan, no cabe Homero, ni su Odisea, por sexista, violenta y retrógrada.
Mutilar la mente y acabar con el pensamiento crítico es ahora el principal objetivo. (Continuará).
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