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Triste

Puerta Real ·

Centenares de turistas deambulan por la ciudad, fijándose en todo, con la mirada perdida en el infinito y la memoria cerrada al recuerdo

Tito Ortiz

Lunes, 5 de agosto 2019, 23:21

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Esta ciudad es triste, pero de manera muy especial, en un domingo de agosto. Al comenzar la jornada, existe un silencio muy especial en el ... ambiente y en la calle. De un lado los que no están porque se han ido de vacaciones, y de otro, los que se levantan más tarde de lo habitual. Así que te metes en la ducha sin escuchar -como es costumbre- por el ojo de patio, la radio del vecino, las voces de los niños que no quieren desayunar y la Turmix de la señora del cuarto B, que se toma en ayunas un batido de ajos y cebolla tierna, para mantener la línea y la forma. Pones la televisión mientras desayunas y no están los opinadores tertulianos, que sientan cátedra en sus aseveraciones, cuya lengua Alá confunda. Y eso ya es una ventaja, bueno, la única ventaja de que sea domingo, porque lo demás es un tragedia. Sales a la calle, y los viejos habituales de todos los días laborables, que se juegan la vida sentándose bajo los plátanos del Campillo, no están. En su lugar, aparecen en escena unos japoneses, cámara al cuello que se descalzan y apuran un helado de La Rosa, porque ya no pueden más.

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