Hacia 1865, Gregor J. Mendel publicó sus trabajos acerca de la herencia de algunos rasgos típicos de las plantas de guisante. Las conclusiones de este ... fraile agustino y gran naturalista, fueron demasiado innovadoras para algunos científicos de la época, que incluso los etiquetaron de falsas. Años después, las tesis de Mendel no sólo fueron confirmadas por multitud de investigadores, en diferentes organismos, sino que estas dieron lugar al nacimiento de la Genética como ciencia. Ello ocurría justo en los albores del siglo XX, en el año 1900, cuando se redescubrieron las denominadas Leyes de Mendel. Desde entonces, la contribución del análisis genético (a veces denominado análisis mendeliano) al descubrimiento de los genes responsables de todas y cuantas características consideramos esenciales en nuestra vida resulta, por inmenso y extraordinario, difícil de calcular. Y no solo en términos científicos, la presencia diaria de la Genética en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades humanas es, hoy día, de una notoriedad nunca antes vista. A este respecto, resulta incomprensible el que algunos planes de estudio de Medicina no incluyan asignaturas de Genética estrechamente vinculadas con la práctica médica; sería bueno que los responsables universitarios se hicieran eco de ello y llevaran a cabo modificaciones que equipararan tales titulaciones a las de Universidades prestigiosas de Europa y Estados Unidos.
De igual manera, la investigación en el campo de la genética es la que también ha permitido alcanzar niveles notables en la producción de alimentos de todo tipo. La diversidad de productos de origen vegetal y animal, frescos o procesados tiene su origen en la mejora genética que, al amparo de los principios mendelianos, ha sido capaz de incrementar la los niveles de producción y la calidad de estos alimentos, con técnicas convencionales, similares a las que utilizaron los primeros agricultores y ganaderos, basadas en la selección de los mejores padres y el cruzamiento entre ellos para posibilitar las mejores combinaciones de genes. Sin tales aportaciones de la mejora genética no sería posible pensar en variedades de trigo, arroz, maíz, tomate o judías tan productivas y bien adaptadas a las distintas zonas de cultivo, como las que hoy dan de comer al mundo. Y todo ello, gracias a la adecuada utilización de las conclusiones surgidas del trabajo de Mendel. No obstante, la alimentación a nivel mundial, y el diagnóstico y tratamiento de enfermedades serán siempre objetivos por los que luchar, una constante en nuestras vidas.
A su vez, la investigación científica en cualquier de estos ámbitos, no deja de sorprendernos cada año. Quizás una de sus contribuciones más recientes y que mayores expectativas ha despertado ha sido la tecnología CRISPR (acrónimo en inglés de Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats). Esta posibilita la edición y corrección del texto escrito en el ADN de cada uno de los genes que caracterizan a los seres vivos. La edición genómica, como también se llama, ya ha demostrado su enorme utilidad en la cura de enfermedades de organismos muy emparentados con los humanos. También lo ha hecho en la industria farmacéutica, donde se espera que la producción de fármacos esenciales como la insulina, el interferón, factores de crecimiento o las propias vacunas, sea cada vez más eficiente y de menor coste, lo que permitirá abordar de manera exitosa el tratamiento del cáncer, de alteraciones metabólicas y del desarrollo, y otras muchas patologías. Así mismo, la tecnología CRISPR ha generado excepcionales posibilidades para la producción agrícola y la alimentación, habiéndose constatado su capacidad para el desarrollo de nuevas variedades de plantas capaces de crecer y producir cosechas rentables en condiciones desfavorables como las que nos impone el cambio climático (falta de agua y nutrientes en el suelo, temperaturas extremas, emergencia de nuevas plagas y enfermedades, etc.). Lo más maravilloso de este escenario que nos acompaña en nuestro quehacer diario, es que tanto las aplicaciones ya en curso como las expectativas más cercanas en el tiempo, han surgido gracias al trabajo humilde, pero metódico y riguroso, de un monje cuya mayor vocación, además de la religiosa, era desentrañar los misterios de la herencia, de esos factores que ahora conocemos como genes, cuya función se requiere en cada momento de nuestras vidas.
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