'Las tías machotas'
Puerta Purchena ·
«Sin las lloronas feministas, señoras 'tías machotas' de la extrema derecha, no seríamos ninguna nada»Recientemente hemos asistido a un gran descubrimiento por parte de los advenedizos de la política española. Sin querer desmerecer otras tantas brillanteces que hemos escuchado ... a la extrema derecha desde que tuvimos la desgracia de que reposaran su vuelo en las instituciones provinciales, regionales y nacionales, hay una muy reciente que aún sigue siendo objeto de estudio por la comunidad científica nacional e, incluso, internacional. Y es que, como expuso en el Congreso la diputada de ultra derecha por la provincia de Almería, Rocío de Meer, las feministas no somos mujeres. No 'señoro'. No nos supo decir qué éramos y no creo que fuera por no ofender, pero sí nos dejó bien claro lo que no somos. En su partido sí se llaman mujeres, porque no piden. El resto somos vulvas andantes pedigüeñas. Las demás 'mujeres' somos, y nunca mejor dicho, un verdadero coñazo. Andamos pidiendo bajas por maternidad, conciliación laboral y familiar, equiparación salarial, acceso a puestos de responsabilidad en igualdad, respeto en las calles, casas y empleos. Y venga a llorar, porque queremos un hogar en acogida para nosotras y para nuestros hijos cuando hemos sido agredidas y amenazadas por nuestras parejas o exparejas, queremos que nos ayuden a conseguir una vivienda y un trabajo cuando lo hemos perdido todo por culpa del terrorismo machista, queremos que en las clases se imparta educación sexual para evitar un trato discriminatorio, abusos y violaciones. Queremos penas de cárcel para quienes abusan de nuestros cuerpos sin nuestro consentimiento. Queremos que, igual que nosotras no decidimos sobre los órganos reproductores de los demás, que no se haga con los nuestros. Queremos espacios en plazas y calles para gritar que no nos maten más cuando han asesinado a más de 50 mujeres en tan sólo un año y hay miles que han puesto denuncia por maltrato. Pedir no es de mujeres; es de flojas y caguetas. Debemos aprender de las 'tías machotas' de la extrema derecha. Esas que aguantan un cachete, un silbido en plena calle de un caballero que, también, les abre la puerta al ver que ellas llevan el peso de la feminidad a cuestas. Esa feminidad de 'tía machota' que no necesita ayuda cuando su pareja le pega e insulta de manera continuada porque agarra la puerta y se va, porque es muy hembra. Es tan 'machota' que no necesita ayuda de nadie, no necesita que nadie reivindique nada por ellas. Y si quiere coser, cose; y si quiere cocinar, cocina; y si quiere entrar en política y poner medallas de mujer según le convenga, pues lo hace; y si no quiere leer ni saber nada de historia y subir al estrado para predicar 'palabros' como 'narcosocialista', 'dictadura de la izquierda', 'feministoide' o 'feminazi', pues lo hace, porque es una máquina. Es acero femenino. Pero pueden decir que lo es porque antes hubo mineras. Hubo quienes se colocaron el casco amarillo y construyeron cavidades, extrajeron el metal y levantaron los pilares sobre los que ahora nos asentamos. Sin las lloronas feministas, señoras 'tías machotas' de la extrema derecha, no seríamos ninguna nada. Es como no querer reconocer a los sindicatos su indispensable papel en la historia laboral de este país. Se puede uno sindicar o no, pero no se puede negar la evidencia, 'tía machota'.
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