Tecnologías
Puerta Purchena ·
Mantener la actividad docente utilizando internet no es algo para lo que todos estuvieran preparados. Cuando menor es el nivel de edad, mucho más distinta ha de resultar la docenciaLo leí hace tiempo. Creo que lo escribió el sociólogo Alberto Moncada, fallecido hace unos días. Expresaba él la idea de lo difícil que sería ... para un ser humano adaptarse al mundo después de haber permanecido mucho tiempo fuera de él. Pongamos, para concretar y actualizar el asunto, que sería después de un largo periodo de hibernación. Todo se le presentaría diferente y apenas reconocería los nuevos usos de una sociedad que le resultaba extraña, en nada parecida a la que él abandonó hacía muchos años. Su desconcierto era tan grande que su vuelta a la vida se convirtió en una experiencia desagradable. Sin embargo, todo volvió a adquirir sentido cuando esta persona entró en una escuela: las cosas apenas habían cambiado.
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Sirva este ejemplo para situar mi reflexión de hoy. La verdad es que la institución educativa –principalmente la primaria- tiene una resistencia tenaz a que se produzcan cambios en su práctica diaria. Los que alguna vez hemos hecho tímidos intentos de introducir novedades, hemos sufrido la incomprensión general, cuando no males mayores.
Con el sosiego que me otorgan los años transcurridos sin dedicarme a impartir clases –cerca de treinta y cuatro-, puedo concluir que esa circunstancia no me parece del todo criticable. Y es que la escuela tiene que transmitir lo más consolidado de la sociedad a la que sirve. Y ya se sabe que los posos acumulan lo esencial de todo aunque a veces resulten poco atractivos.
En estas circunstancias tan excepcionales –nunca imaginé que llegaría a vivirlas-, la escuela es de las instituciones a las que más le debe de costar adaptarse.
De ahí que el otro día no me sorprendiera lo que publicaba Julio Valdivia en este periódico. Y es que a las plataformas educativas les está costando adaptarse al uso de las nuevas tecnologías para seguir impartiendo conocimientos. Porque mantener la actividad docente utilizando internet no es algo para lo que todos estuvieran preparados. Y eso, dejando al margen lo diferente que es dar clases 'on line' a hacerlo cara a cara. Cuanto menor es el nivel de edad, mucho más distinta ha de resultar la docencia. Me atrevería a decir que la escuela –siempre se ha entendido por tal a la básica- exige el contacto cercano. Eso lo saben bien los psicólogos: la comunicación no verbal es esencial en la transmisión de cualquier información. Cuando, de lo que se trata es de transmitir no solo conocimientos sino también formación, la tarea se me antoja imposible. Claro que hablar de formación en estos momentos puede ser considerado por muchos como una utopía. Aunque en el texto de Valdivia predominan los aspectos formales de la cuestión; es decir: acceder a los temarios, entregar tareas o participar en los foros virtuales de las materias. Porque queda pendiente el desarrollo de las habilidades sociales. Sin contar otras necesidades que en el plano afectivo requieren el desarrollo equilibrado de los individuos; mejor dicho: de las personas.
El que desde la Administración –en este caso andaluza- se hable de dar una respuesta adecuada 'a la mayor brevedad' no pasa de ser un eufemismo que nos suena a los que hemos tenido respuestas similares con anterioridad. Pero los niños –adaptables por definición- lo superarán todo con solvencia. Faltaría más.
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