Talleres
Puerta Purchena ·
«Lo que no puede esperarse es que, en un taller cualquiera, tu coche salga ardiendo a las tres de la madrugada, y es lo que ha ocurrido en uno de los situados en Almería capital»Cuando uno acude a un taller y deja allí su coche, está seguro de que, en el momento en que lo recoja, estará mejor que ... cuando lo dejó. Y, por supuesto, ni se le ocurre pensar en que su vehículo, por muy viejo que esté y muy deteriorado que lo deje, resultará devaluado durante el tiempo que se tire en el garaje. Cuando llega el momento, se recoge el vehículo, pagando con gusto -dentro de lo que cabe- la factura. Yo, por fuerza mayor -en Cabo de Gata no hay talleres mecánicos-, me veo en la necesidad de salir de mi territorio para que me recompongan mi Renault 4. Después de varias experiencias en otros dos o tres sitios, creo haber dado con un mecánico que sé que no me va a defraudar. Eso sí, tengo que ir a S. Isidro, que es donde Juan Lacasa arregla coches en 'Melaeste', su taller. Y, la verdad, me da alegría el ver a mi ya amigo, que siempre me ha tratado bien hasta ahora (no dudo que lo seguirá haciendo en adelante).
Desde luego que no siempre hay un Juan o un Blas -por decir otro nombre- al que acudir cuando lo necesitas. Pero, por lo general, los mecánicos son gente razonable en los que puedes confiar (en unos más que en otros, que también me he llevado algunos chascos). Por supuesto, en todos los talleres te aseguran tener bien custodiado el vehículo cuando tiene que permanecer durante la noche.
Lo que no puede esperarse es que, en un taller cualquiera, tu coche salga ardiendo a las tres de la madrugada. Y es lo que ha ocurrido en uno de los situados en Almería capital. No conozco más detalles -aparte de la actuación de los bomberos-, sino que el local está situado en la calle Carbón. Descuide: no voy a hacer el comentario fácil.
Y, ante el hecho, a mí me ha dado por hacer alguna reflexión. Nos quejamos mucho -en ocasiones, con razón- de lo que nos aprieta la ley por los cuatro costados. Tanto es así que es casi imposible no dejar de cumplir alguna de sus exigencias. A ese respecto, a mí me viene con frecuencia a la mente una frase del Evangelio: 'no está hecho el hombre para la ley, sino la ley para el hombre'. Y no me produce ningún rubor manifestar que la aplico cuando el sentido común me lo sugiere. Por ejemplo, ante un semáforo en rojo en espacio despejado y sin visión lejana de vehículo alguno. Lo hago, naturalmente, como peatón; no se me ocurriría hacerlo al volante (seguro que usted supondrá por qué).
Bueno, pues a pesar de lo dicho, ocurren cosas como la que comento. Salvo que la quema de coches se haya producido a causa de un acto de vandalismo -no es descartable-, el local tendría que estar convenientemente equipado para evitar un incendio. Por muy improbable que sea el hecho. Y como suele haber líquidos inflamables, supongo que se protegen bien contra esa eventualidad. Además, claro, las instalaciones deben contar con el correspondiente seguro, por si las moscas. Quisiera suponer que todo lo dicho se ha cumplido en ese local que ha salido ardiendo. Porque, aun a pesar de las pejigueras y el papeleo, los damnificados podrán obtener después una indemnización.
De no ser así, lo que fallaría sería la ley. Y la obligación de la autoridad de vigilar que se cumpla. Así que, por mucho que nos duela, lo mejor es cumplir con la ley. La ley es dura, pero es la ley, que se dice en el latinajo.
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