El martes se abatió otro soponcio sobre las fuerzas vivas de Granada. Más de uno debió
murmurar eso de «¡Virgencita, que me quede como estoy!» ... cuando la secretaria de la Energía del gabinete de Biden, Jennifer Granholm, anunció que, en un laboratorio de California, un grupo de científicos había logrado producir con éxito una reacción de fusión nuclear capaz de generar una ganancia neta de energía. Ese descubrimiento tiene bastante que ver con lo que se pretende lograr en Escúzar. Allí va a ir el IFMIF-Dones, polo tecnológico de referencia, que se espera comience a funcionar en 2033. Es lógico que, al anunciar la tal Jennifer que los norteamericanos ya lo habían logrado, más de uno sintiera un inquietante revoloteo de moscas tras la oreja. Porque el futuro de nuestra tierra –por lo que se dice machaconamente a diario– pasa por este multimillonario y multinacional proyecto. Otra de las muletas sobre la que estaba previsto que se apoyara el desarrollo de Granada era la Agencia de Inteligencia Artificial, pero Sánchez y Calviño nos la han birlado y se la han dado a La Coruña. Cuenca, que no se resigna ante el desaire sufrido, lleva toda la semana repasando las calificaciones, puntuaciones y baremos de ambas ciudades. Incluso habla de judicializar el caso. Si persiste en ello es posible que reciba una colleja, porque el presidente se encarga a diario de mostrar su insolencia con quien le lleva la contraria. Su penúltima trapacería, presumiendo de apaciguar Cataluña mientras encabrona al resto de España, dice muy poco de él como estadista, pero le importa una higa mientras suene el aplauso cerrado de su variopinta tropa. Así, pues, cuanto antes asuman el alcalde y los demás deudos que les han dejado un muerto y que los gastos del entierro corren de su cuenta, mejor les irá.
Lo pertinente ahora es saber cuanto antes si lo de Escúzar tiene recorrido, después del '¡eureka!' lanzado por los investigadores en el laboratorio de California. Ahí sí nos la jugamos a todo o nada. Desde la antigüedad hasta la edad moderna los alquimistas se pasaron toda su vida buscando la piedra filosofal, esa sustancia legendaria que era capaz de convertir cualquier metal en oro. La piedra filosofal de nuestro siglo, lo que la humanidad busca con denuedo, es una fuente de energía barata e inagotable, que nos permita olvidarnos de la angustia ante el recibo de la luz, de la contaminación por carbón, de los gasoductos y del petróleo, esa sustancia maloliente y sucia como un porno casero, que nos hiela la sangre cuando llenamos el depósito del coche. Los científicos californianos se muestran prudentemente optimistas ante este descubrimiento que ya definen como uno de los «logros más impresionantes del siglo XXI». La exultante Jennifer dijo que «este día acabará en los libros de Historia». La euforia es lógica, aunque el asunto está todavía en mantillas. Digamos que se halla en 'fase Neil Armstrong saltando sobre la luna'. Lo que a Granada le toca ahora es concentrar todos los esfuerzos en el IFMIF-Dones. Como profano en la materia me gustaría saber si el descubrimiento norteamericano no va a echar por tierra el proyecto granadino, si se están dando los pasos en la dirección correcta, si se están aportando la tecnología y el capital suficientes. O sea, todo eso que es bueno conocer para que, llegado el caso, no se nos vuelva a poner cara de gilones. Es complicado ser ganador llegando a meta el segundo. Pero, en fin, eso se verá en 2033. A saber dónde andaremos entonces.
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