Susana Díaz, la ninfa Eco y Narciso
La dicharachera nifa Eco fue castigada a no hablar y solo podía repetir la última palabra de su interlocutor. Se enamoró del bello Narciso, pero ... no fue correspondida y paseó su frustración.
Susana Díaz, que repite que hay que estar en la pandemia y no en lo interno, recorre casas del pueblo en busca de apoyos para resistir la embestida, una vez fracasado su acercamiento tardío a Pedro y pasados los días de vino y rosas, de cañita y croquetas en la Feria de Abril, a la vera de Espadas sevillí y de Reyes multifunción. Este se la juega en el último giro de guion, si la lideresa conserva su ascendiente entre la militancia y Sánchez no olvida sus picoteos susanistas.
Los críticos renovadores confían en que el federal adelante las primarias para la Junta, aunque a expensas del resultado de Madrid. Tras la vorágine de encuestillas de tres al cuarto y sin ficha técnica incorporadas a las maquinarias electorales, solo queda ya la encuesta final. Susana hace su lectura del acuerdo PP-Cs-Vox para bajar impuestos: no habrá adelanto en Andalucía y, por tanto, no hay prisa. Reyes ya se anticipó, el zorro panciverde, criado a la vera del estilismo darwinista del 'felipelopezismo' y de la daga florentina del Zarrías sigiloso que a principios de los noventa bajó de la Sierra de Cazorla para asestar el golpe definitivo al 'carvajalismo', ya dijo que tienen que cambiar de caballo, haya o no haya adelanto electoral. Para que el nuevo líder arme con tiempo equipo y proyecto, esgrimió. Pero la verdad, que no pueden verbalizar, es que el PP les está comiendo la tostada, ayudado por Cs, y necesitan un revulsivo, más allá del simple eco de lo que hubo. Y van sumando voces al coro, aunque Susana aún es fuerte en las estructuras provinciales, sin descartar vías más sanchistas.
Y en estas llegó Ábalos, con la comitiva de los ministros que manejan presupuesto. Con él vino, sin poder dividirse como el vizconde demediado de Italo Calvino, el secretario de Organización del PSOE federal, y aunque aparentó nadar y guardar la ropa, dijo lo que convenía a los críticos: que el adelanto lo decidirán los andaluces, para así no parecer teledirigidos, que el 'sanchismo' sabe que a su militancia no le gusta que la dirijan desde arriba.
El ministro trajo más que migajas pero menos de lo que Jaén necesita. Pero vino y con los presidentes de Renfe y Adif, con proyectos, estudios y promesas que el tiempo examinará. Que venga más y que vengan más, ministros (comunicaciones, Museo Ibero) y consejeros de la Junta (Ciudad de la Justicia y Sanitaria, tranvía, autovías), que se comprometan y a los que reclamar por igual.
Erik Domínguez empieza a exhibir habilidad, 'on line', con el discurso de ilusión que necesita el PP jienense, y 'off line', recorriendo comarcas en pos no solo de los avales; integrando nuevos y 'veteranos' (Elena González) pero con las distancias debidas respecto a la cúpula sentada en el banquillo de Matinsreg, o anunciando un foro para escuchar a los patriarcas y otro para las entidades locales menores, uno de sus caladeros.
Y un nuevo colegio público en la capital con futuro incierto, el Santo Domingo, cuando aún se protesta por el cierre de la escuela Santa Calalina. Un centro por año. A la anterior Junta le faltó invertir y defender más la enseñanza pública. A la nueva no le duelen prendas, ante un descenso de niños que afecta a unos centros más que a otros. Peligra el empleo público y la enseñanza que más se parece a la realidad social plural. Lo mismo la libertad de elección que peligraba era la de los padres de la pública.
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