E l 28 de agosto de 1963, Martin Luther King realizó una disertación histórica: «Yo tengo el sueño de que un día en las coloradas ... colinas de Georgia los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. Yo tengo el sueño de que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por su comportamiento…».
Pero en el día de Reyes de 2021, 53 años después, de nuevo el racismo de los blancos, convirtió el sueño en una terrible pesadilla. Ellos, miembros privilegiados de su país, no tenían necesidad de estudiar ni prepararse, en tanto que los demás, negros, asiáticos o hispanos, si no lo hacían, se veían condenados a la indigencia. Ellos, los blancos, «los dueños del país», han descubierto que otros muchos ciudadanos sí se han preparado y ocupan puestos de importancia. Y, por eso, odian más a los negros: por ser negros, y porque muchos de ellos están más preparados; a los blancos que estudiaron; a las mujeres que exigen igualdad; a los inmigrantes que viven en un país que no es suyo; al sistema político que no resuelve sus problemas...
Trump los envalentonó, les hizo creer que eran la auténtica América, los únicos patriotas, los llamados a liberar al país de comunistas, negros, chinos, latinos, maricones y prostitutas. A los asaltantes al Congreso, les dijo. «Os queremos. Sois muy especiales… Esto es lo que pasa cuando se despoja tan descaradamente a grandes patriotas de una aplastante victoria electoral sagrada».
Muchos creían que el poder amansaría y civilizaría a Trump, como pensaron, en su día, los alemanes con Hitler. Pero no ha sido así. El poder omnímodo le ha dado más alas. Según Colin Clarke, prestigioso periodista americano, «el gobierno de Trump ha sido un gran estímulo para la extrema derecha, incluyendo supremacistas blancos y neonazis. Este es un periodo oscuro en la historia americana, El asalto al Capitolio es la culminación de cuatro años de mentiras, provocaciones racistas y matonismo por parte del presidente.
Paul Krugman, Nobel de Economía, en el The New York Times, afirma: «Trump es un fascista, un autoritario dispuesto a usar la violencia para alcanzar sus objetivos nacionalistas y racistas. La historia nos ha enseñado que ceder ante los fascistas no los apacigua, sino que los anima a ir más lejos. Hasta ahora, los incondicionales de Trump han aprendido que pueden asaltar las instituciones sin consecuencias». Y termina diciendo: «Es hora de dejar de apaciguar a los fascistas que nos rodean. Alguien tiene que responder de todos los delitos que se han cometido en los últimos cuatro años. Esto será crucial si queremos que el futuro sea mejor. El apaciguamiento es lo que nos ha traído hasta aquí».
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