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Stendhal y el plástico

La belleza es un espejismo y lo que cuenta es lo que hay en el interior. O eso al menos es lo que aseguran las catorce novelas de Paulo Coelho que me leí ayer antes de dormir

Manuel Pedreira

Granada

Sábado, 20 de febrero 2021, 00:11

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Mi amigo Alberto tiene una funeraria en Almuñécar y mi amigo César, una fábrica de helados en Churriana. Los dos son más apañados que las ... pesetas y gozan de un indiscutible y merecido éxito profesional labrado gracias a un tesón y a una perseverancia a prueba de crisis. Alberto y César no se conocen entre sí aunque en su labor empresarial comparten muchas cualidades, tantas que bien podrían intercambiarse en la gerencia de sus respectivas sociedades sin que ninguna las dos perdiese el rumbo. Sin embargo, el barro con el que trabaja cada uno es bien distinto. El primero vende ataúdes y el segundo, helados. A Alberto los clientes le llegan cabizbajos, cuando no arrasados por el dolor. La congoja no les abandona al salir de allí. A César le llegan impulsados por una promesa de sabor y puro deleite gustativo. Al salir, ya están deseando volver. Cuando César te enseña orgulloso su fábrica, después te llena el maletero de helados, tartas y palletas de puro generoso que es el hombre. Cuando vas a ver a Alberto a su trabajo… bueno, en realidad no se me ha pasado por la cabeza y a verlo. Intuyo lo que puedo encontrarme en el almacén.

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