La soledad del ignorado
«Antes, cuando no había móviles, Internet no estaba ni en proceso de concepción y se dormía con la puerta de la casa abierta, era distinto. Uno estaba pendiente del otro y viceversa; los problemas del día a día se mancomunaban y se encontraba siempre una pronta solución. Ya no»
Juan Sánchez
Periodista
Lunes, 12 de febrero 2024
Seguro que recuerdan la publicidad de hace cosa de una década de una conocida marca de climatización en la que un tipo, que le daba ... más que un aire a Woody Allen, postrado sobre el diván del psiquiatra advertía a éste de que tenía un problema de personalidad porque cuando iba a una fiesta nadie reparaba en él, instante en el que el facultativo se levantaba y abandonaba la estancia para atender el timbre de la puerta y la consola del aire acondicionado se apagaba automáticamente porque iba equipaba con un sistema de desconexión ante la ausencia de personas en el entorno. Pues créanme que ayer me sentí igual que este individuo. Tenía mi primera consulta con el fisioterapeuta para arrancar mi tratamiento para combatir el edema oseo que padezco en el plano de la tibia de la pierna derecha. Me condujo a un gabinete para colocarme el equipo de magnetoterapia durante 30 minutos y hora y media después me vi en la necesidad de bajarme en la camilla con los cables colgando y encontrar el socorro de la auxiliar de la consulta contigua, entre otras cosas porque precisaba ir al baño. El majo de mi fisioterapeuta se había olvidado de mi.
Les aseguro que la sensación fue de lo más triste, pero también les digo que me dejó cierto buen regusto porque me llevé el tratamiento de tres sesiones por el precio de una. Vivimos en la sociedad del estrés, donde no vemos más allá de un palmo frente a nuestras narices y donde salvo que los bomberos irrumpan en tu calle no te percatas de las necesidades o las desgracias que puedan estar padeciendo tus propios vecinos. Es lamentable, pero es la verdad. Antes, cuando no había móviles, Internet no estaba ni en proceso de concepción y se dormía con la puerta de la casa abierta, era distinto. Uno estaba pendiente del otro y viceversa; los problemas del día a día se mancomunaban y se encontraba siempre una pronta solución. Ya no.
Esta condena al ostracismo a la que la evolución y la tecnología nos está abocando, que es más fácil comunicarte con tu pareja cuando estas junto a ella en el sofá por mensaje de WhatsApp que de viva voz, es el final. Como lo están leyendo. O despertamos de este letargo tan antisocial o estamos condenados a desaparecer. No es normal tanta indiferencia por el otro como la que nos está tocando vivir. Y puedo ponerles muchos ejemplos, pero me da que no hacen falta porque ustedes también sienten y padecen esto que les comento. Lo terrorífico es que este desprecio por el prójimo no sólo se da en la relaciones afectivas o amorosas, que tanto juego dan a muchas cadenas de televisión, sino que se ha instalado en el seno de empresas y organismos oficiales para con los trabajadores y servidores públicos.
El viernes en Barbate se vivían unos momentos delirantes. Un grupo de chusmeros, suerte para ellos que vivimos en el país del eufemismo, alentaban y azuzaban a varios narcotraficantes para que mandaran al fondo del mar a los ocupantes de una pírrica zódiac de la Guardia Civil. No necesitaban ánimos, que fueron vomitivos y en su conciencia lo llevarán para el resto de sus vidas, porque los patrones de las narcolanchas se estaban divirtiendo con los agentes de la Guardia Civil y, como suele ocurrir en estos casos, la 'fiesta' acabó en tragedia.
Dos agentes del Instituto Armado muertos en el acto y otro con lesiones de enorme gravedad se debate entre la vida y la muerte en el hospital. Esto nunca debería haber ocurrido y algunos se preguntan cómo pudo haber pasado si escasas horas antes en el propio Campo de Gibraltar el propio ministro del Interior sacaba pecho sobre los logros que su departamento estaba obteniendo en materia de control de la delincuencia y el tráfico de drogas en el Estrecho. Pues toma dos tazas Marlaska, que por lo que se ve no te empacharon, porque no tuviste otra que personarte en el funeral del agente de Navarra, que deja viuda y dos hijos de corta edad huérfanos. Seguro que fuiste a esta Comandancia de la Guardia Civil porque tu partido Gobierna en esa comunidad autónoma, porque, las cosas como son, te falta la valentía y el arrojo que le supuran por los poros de la piel a los maderos y a los picoletos. Encima se hizo el ofendido, porque la viuda le reprochó su falta de vergüenza y de decoro. Deberías haberle dado las gracias a esta mujer por no haberte breado como te merecías. Y no lo hizo porque a diferencia de ti, a ella le sobra educación y su cara no es de hormigón armado como la de otros.
Quien tiene que velar por nuestra integridad y seguridad se ve en la obligación de hacerlo con unos medios tercermundistas. Faltó sólo que los guardia civiles hubieran aparcado en la dársena el coche patrulla y se hubieran bajado de un '4 L', como el que hace cerca de tres décadas empleaban sus compañeros para patrullar por el puerto de Águilas. Qué recuerdos y qué poco hemos avanzado desde entonces. Los delincuentes antes si se burlaban de la autoridad se lo llevaban caliente y ahora se parten la caja a carcajada limpia en la cara de ésta y no pasa nada. A buen seguro que este fin de semana hasta lo han celebrado descorchando más de una botella mientras hacían el pedido semanal a su súper de confianza en Ketama. Ya saben el vivo al bollo y el muerto al hoyo. ¡Buen provecho, señor ministro!
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