Más sobre el lenguaje
De buenas Letras ·
De niño yo jugaba al 'Veo, veo. ¿Qué ves?' Pues hoy sería: 'Visualizo, visualizo. ¿Qué visualizas?'Rafael Guillén
Martes, 7 de mayo 2019, 23:44
En mi anterior comentario sobre el lenguaje hablaba de la evolución y del deterioro del lenguaje. Considero evolución cuando el nuevo término tiene o matiza ... el significado del anterior, por ejemplo: 'palabro', que añade a 'palabra' el hecho de que ésta es rara o está mal dicha; y así lo recoge el diccionario de la RAE. Considero, en cambio, que es deterioro cuando se sustituye una palabra por otra que tiene el mismo significado; lo que suele obedecer a la pretensión de parecer más culto. Ya apuntaba esto en mi anterior comentario, pero, como es importante, pongo un nuevo ejemplo sobre el verbo 'ver'. De niño yo jugaba al 'Veo, veo. ¿Qué ves?' Pues hoy sería: 'Visualizo, visualizo. ¿Qué visualizas?' ¿Y qué les parece lo de sustituir 'intención' por 'intencionalidad'? Se oye como lo más normal: «Se hizo con 'intencionalidad». ¿Habrá acaso que decir: «No conozco Florencia; pero tengo la 'intencionalidad' de ir pronto?»
Otro caso es el de la proliferación de muletillas innecesarias. A ver si les suena esto: «La sequía, 'eso sí', se está prolongando» o «porque, 'eso sí', la cosa no tiene arreglo». Un caso más: 'lo que es'. «Tenemos que llegar a 'lo que es' la cima» o «hay que ir a 'lo que es' el fondo del asunto».
Respecto a las duplicidades que la justa equiparación del hombre y la mujer introduce en el lenguaje, quizás se podría observar que del mismo modo que hay palabras que pertenecen a un género neutro, ni masculino ni femenino, como 'joven' o 'artista', la vocal de una terminación, sea 'a', 'e' u 'o', no determina necesariamente el sexo. «Cada cual, Sancho –dice Don Quijote– es hijo de sus obras». ¿Se entiende bien? ¿Debería decir: «Cada cual es hijo 'o hija' de sus obras»? 'Ilustre jurista' no alude a una mujer por terminar en 'a'. ¿O habría que decir 'ilustre juristo' si nos referimos a un hombre?
Pero lo peor es que muchas palabras están en trance de desaparecer. Por ejemplo: 'algo'. Aquí hay un baile de adverbios: 'algo' ha sido sustituido por 'como': «Se te ve 'algo' cansado» por: «Se te ve 'como' cansado»; o «el tiempo está 'algo' nublado», por «el tiempo está 'como' nublado». Y ha aparecido un nuevo adverbio: 'como muy', que sustituye a 'bastante': «El chico parece 'bastante' tímido», es ahora: «El chico parece 'como muy' tímido».
Sobre todo en boca de los jóvenes, han desaparecido los términos: asombroso, increíble, genial, maravilloso, terrible, sorprendente, espléndido, brillante, horrible, impresionante y muchos más, absorbidos por el todopoderoso: '¡qué fuerte!' Le ha tocado la lotería a fulano: '¡qué fuerte!' Tendré que ir a Albacete: '¡qué fuerte!' Se le ha muerto el padre: '¡qué fuerte!' Más que deterioro, es pobreza de expresión. La solución no es otra que leer más.
Los términos que ya están definitivamente suprimidos en el habla cotidiano son algunos nombres relativos a profesiones u oficios históricos. Ya no existen cocineros sino 'restauradores' (¿del aparato digestivo?), como los restauradores de obras de arte. Los porteros son 'empleados de fincas urbanas' y los peritos, 'ingenieros técnicos' o 'arquitectos técnicos', etc. Falta llamar a los curas párrocos 'arzobispos técnicos'. El oficio es el mismo, pero parece que con la denominación se sube la categoría.
También han desaparecido palabras como 'cojo', 'ciego' o 'tonto'. Comprendo que la sociedad las vaya postergando al otorgarles un cierto matiz peyorativo. No obstante, existe el riesgo de que, escondiendo el problema tras un nuevo nombre, se dé por solucionado. No es este el caso con las minusvalías, que ya son tratadas con la dignidad que merecen. De todos modos, a los amantes del lenguaje, nos chocaría que obras como 'El diablo cojuelo', de Vélez de Guevara, hoy se llamara 'El diablo con movilidad reducida'. ¡Ah, los clásicos!
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