Símbolos
LA CARRERA ·
Y allí la encontré cuando llegué para impartir un tema jurídico sobre la ConstituciónJosé Ángel Marín
Jaén
Lunes, 28 de noviembre 2022, 23:16
El día del siete a cero, aquella misma tarde justo al acabar el encuentro en que la selección española debutaba con rotundo éxito en el ... Mundial, tuve clase con mis alumnos universitarios, que enterados del abultado resultado y llevados del ardor por la victoria y la vehemencia juvenil, extendieron una bandera constitucional sobre la pizarra. Y allí la encontré cuando llegué para impartir un tema jurídico sobre la Constitución.
No es que me importara, más bien al contrario, pues también yo –aunque a salto de mata- había seguido el partido y como aficionado a La Roja estaba contento –hasta algo ojiplático- por cómo los futbolistas habían resuelto el match. Así que al entrar en el aula y ver la bandera en el sitio donde despliego la pantalla del 'power-point', esbocé una sonrisa cómplice mientras dispuse sobre la mesa el material docente. Y así, mientras el propietario de la enseña se acercaba a la palestra para retirarla, cosa que hizo con gracejo, pensé que yo podía aprovechar aquella circunstancia para explicar la temática que tocaba ese día sobre los símbolos y las ficciones jurídicas, que tan esenciales son para que la sociedad no se desmorone.
Pensé: ¡Qué absurdo puede llegar a ser el fútbol! Pero puede que ahí radique su atractivo, en la imposibilidad de entender lo que ocurre, y quizá por eso los peloteros profesionales cuando son preguntados por un resultado adverso, suelen soltar sin empacho que 'el fútbol tiene estas cosas'. Esas cosas inexplicables.
Pero de lo que yo hablé a mis alumnos aquella tarde, creo que sí tiene lógica. Al margen de teorías sobre el significado de los colores de la enseña nacional (sobre si el rojo evoca la sangre española derramada en la defensa de la patria y el amarillo las riquezas obtenidas en sus conquistas), la Ley 39/81 deja claro que la bandera simboliza la nación, es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución.
Lástima que en España tengamos tendencia a pasarnos por el forro esta normativa y que mientras unos patrimonializan la bandera, otros quieran pisotearla. (Fenómeno que nunca entenderá un francés o un norteamericano). De esa actitud esquizoide tan española ofrece muestras nuestra historia, y lo expresa Machado en su poema 'Españolito'. Quizá esa patología dual sea fruto de cierta vocación frentista, de esa propensión 'guerracivilista' que aquí siempre late.
En fin, los símbolos son cruciales en cualquier sociedad y son útiles con cualquier pretexto, siempre que no se usen como arma arrojadiza frente a los demás. Sin percepciones colectivas, sin el pegamento social que, por ejemplo, supone la bandera no hay proyecto común, y si no se comparten símbolos no habrá mutualidad, ni vínculo grupal entre los individuos. Por eso llama la atención que, en Mallorca, hayan expulsado a toda una clase por lo mismo que hicieron mis alumnos con mero ánimo deportivo y sin provocación alguna.
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