Si Sierra Nevada estuviera en la provincia de Málaga…
¿Para qué están esas poblaciones de los valles si no es para dar asistencia a los que vienen a disfrutar de las alturas? La actual Pradollano es una aberración
Juan Miguel ossorio
Lunes, 7 de octubre 2019, 05:01
Seguramente, todo habría ido de otra manera. A pesar de la proximidad de ambas provincias, la diferente mentalidad de granadinos y malagueños es evidente. Allí ... vienen siendo constantes todo tipo de iniciativas en beneficio de sus ciudadanos, impulsadas desde la iniciativa privada una veces y desde la pública casi siempre. Ciudad turística y de servicios, igual que Granada. Pero en tanto que por aquellas tierras se pugna desde sus principales instancias políticas, con el respaldo de la ciudadanía e instituciones privadas para, por ejemplo, convertir la ciudad en referente cultural a nivel nacional (repárese tan solo en su actual catálogo museístico), o para favorecer una oferta turística de calidad que no hace más que crecer, aquí nos miramos el ombligo. Algún dato al respecto: cincuenta y dos campos de golf en la provincia malagueña por tres en la granadina, y once puertos deportivos allí por sólo dos aquí. Y eso a pesar de que en nuestra provincia vecina también existirán, seguro, determinados grupos políticos, sociales o culturales con sus gurús al frente que se opongan, como hacen aquí, a ciertas actuaciones que, efectivamente, de llevarse a cabo sin control, pueden afectar negativamente al medioambiente. Bueno, pues a pesar de todo eso, cincuenta y dos campos de golf y once puertos deportivos. Para qué seguir.
Sirvan las anteriores reflexiones para enlazar con la propuesta inicial: si Sierra Nevada estuviera en la provincia de Málaga… Pues seguramente, los ciento y pocos kilómetros actuales de pistas ya se hubiesen multiplicado por al menos ocho o diez. Advierto a los poco enterados del asunto, que el buen turismo de nieve es eso lo que busca: grandes superficies esquiables. Me refiero al turismo que se deja mucho dinero en la zona en beneficio de la comunidad a la que afecta. Se trata de un visitante cualificado, que no solamente busca sol (aunque a nadie amarga un dulce) y buen ambiente, sino sobre todo grandes espacios abiertos en los que disfrutar de su deporte favorito en contacto con la naturaleza. Por supuesto, los malagueños ya hubiesen hecho accesible Sierra Nevada desde puntos diferentes, instalando con un mínimo impacto ambiental, medios adecuados con partida y llegada a poblaciones próximas a su entorno. Seguramente, existiría un medio de ese tipo en la zona de Jérez del Marquesado con acceso directo a las cumbres más al norte de la provincia. Y otro en la de Güéjar Sierra, Monachil o Dílar, y sin duda, desde Nigüelas o Lanjarón por el sur. ¿Podría haberse imaginado Emilio (nombre ficticio), propietario de un pequeño bar en Nigüelas lo que tal cosa supuso para su negocio? ¿Y qué nos diría Margarita (ficticio este nombre también), que regenta un pequeño hostal en Jérez del Marquesado, acerca del cambio de rumbo que representó para su familia la instalación en las proximidades de su modesto alojamiento turístico, de aquel acceso hasta las cumbres? Por supuesto, nada de ampliar la actual carretera, ese embudo colapsado durante muchos días del año. Y se me dirá: ¿Y las infraestructuras? ¿No habrá que construir viales en altura, edificar hoteles, restaurantes o bloques de apartamentos para dar cobijo a tanto visitante? La respuesta es negativa y eso también lo saben los malagueños: ¿Para qué están esas poblaciones de los valles si no es para dar asistencia a los que vienen a disfrutar de las alturas? La actual Pradollano es una aberración que no debe repetirse: ni un solo ladrillo más en Sierra Nevada. Pero, ¿y el trazado de las pistas, con los movimientos de tierra que ello debe conllevar? Esta objeción es fácil de rebatir: todo el que se haya manejado alguna vez sobre la nieve, sabe que no es imprescindible quitar una sola piedra del terreno para poder disfrutar de su deporte favorito.
Claro está que nos encontramos dentro de un Parque Nacional, con las limitaciones que ello supone. Pero los malagueños encontraron la solución dentro de la legalidad a base de constancia, dedicación, esfuerzo y compromiso político (sobre todo esto último) de sus regidores. Conviene advertir que la gran mayoría de estaciones de esquí europeas y americanas, se ubican dentro de los límites de espacios naturales especialmente sensibles y protegidos, pero organizadas al modo antes descrito: ni un ladrillo en altura y vida abajo, en los valles. Pero para ello, como digo, hace falta dedicación, esfuerzo y sobre todo compromiso político; compromiso éste que en Granada no se advierte, preocupados quienes nos gobiernan con el qué dirán (¿lo políticamente incorrecto?) y qué opinarán en Génova o Ferraz, mirando de reojo el posible rechazo de partidos o agrupaciones ciudadanas que pudieran oponerse a este tipo de proyectos (el voto es el voto), desatendiendo aquello que verdaderamente incide en el bienestar de sus ciudadanos Y a esos grupos de oposición, convendría recomendarles que se dieran una vuelta por los pueblos de los Alpes Dolomíticos, que vean cómo funcionan allí las cosas y hablen con sus gentes, que seguro les contarán las penurias de sus abuelos dedicados al pastoreo hasta que llegó esto de los deportes de la nieve, que cambió radicalmente sus vidas.
Un último apunte, anecdótico si se quiere: se anunciaba hace unos días a bombo y platillo una reunión de nuestros responsables políticos con técnicos y personal cualificado de Cetursa, para planificar las próximas inversiones en Sierra Nevada. Al parecer, el resultado de tan solemne convocatoria fue acordar el arreglo y remodelación de las dos rotondas que dan acceso a la urbanización de Pradollano. Eso en Málaga no hubiera sucedido.
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