La gente ahorradora, de compra compulsiva o de consumo moderado conoce bien lo que son las rebajas de enero y las de verano. Son grandes ... momentos del año en los que el mercado reduce los precios en moda, calzado y complementos. Luego, hay otros ámbitos en los que las rebajas duran todo el año. Son las del mercado judicial en cuanto a sentencias de género se refiere. En ocasiones, estas ofertas son insuperables y en los últimos días se han producido bastantes. Las hay de todo tipo. Desde no considerar que obedece a un ser violento el hecho de llamar 118 veces en varios días a una ex después de haber entrado en su casa a hurtadillas y haber intentado abusar de ella en el baño, hasta rebajar 17 años la condena que debía pasar un individuo que violó a una sobrina y abusó durante tiempo de otra. No es cosa solo de jueces. Lo de las llamadas es cosa de una jueza, pero es una que ya en su día rebajó la condena a una beoda que atropelló a otra persona en Cádiz. Para hacérselo mirar por todos lados. También hemos asistido hace tan solo unos días a rebajas de condena a proxenetas y a un ser que quería obligar a una menor a que le besara en la boca. Se esperaba que la joven le diera una paliza que no le propinó, que sacara un arma para defenderse que no tenía, que apareciera de la nada su primo el de Zumosol y hasta puede que –como en otras sentencias se ha recogido, aunque no en esta– llevara la camiseta de 'venga, bésame que me lo he puesto para ti'. Las rebajas no son solo cosa de Almería y alrededores.
En Navarra, una menor dio a luz al bebé de su padrastro –al que eximieron de pena– mientras que en Barcelona la violación múltiple de Manresa sigue sin ser agresión, sino un abuso; el de cinco hombres que, según los magistrados, no llegaron a intimidar a una menor de edad. A cualquiera de nosotros y nosotras nos intimida la mejor amiga de nuestra madre cuando se dispone a aprobar nuestra última hazaña de la que ya le ha hablado previamente mamá, así que habría que imaginar cómo no van a intimidar cinco tíos en pelotas preparándose para violar a una persona por turnos y sin saber, si quiera, si vas a salir viva de allí después de las múltiples violaciones a las que se está siendo sometida.
Escribía la magistrada Gloria Poyatos en un medio digital que nuestro ordenamiento jurídico «se ha esculpido por hombres adultos, blancos y heterosexuales que se han tomado así mismos como patrón de los denominados 'valores sociales' que sostienen el Derecho. Ello no es monopolio español, sucede en todos los países y en sus respectivos ordenamientos jurídicos y tiene una directa relación con las brechas de género que nos muestran las estadísticas, en tiempos de igualdad constitucional». Y así es. Mientras el sistema no cambie nada cambiará. Mientras que quienes intentan hacerse un hueco y denunciar tropelías sean vilipendiadas e insultadas, todo seguirá igual. Por suerte, por mucha suerte, las cosas se mueven y cada vez tenemos a más mujeres y hombres de justicia escalando para derribar muros, pero necesitan de herramientas en este adverso camino hacia la escalada. Démoselas.
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