Si hoy quiero ver a mi médico de cabecera tengo que esperar siete días para poder hacerlo. Así lo indica mi calendario particular de Salud ... Responde cuya práctica aplicación tengo en mi teléfono móvil; la misma que acabo de mirar para asegurarme de que los datos no habían cambiado en el momento de escribir este artículo. Una semana tengo que esperar, y ya ha acabado el puente, así que no es una cuestión de turnos vacacionales ni días festivos de por medio. Una semana. En el caso de mis hijos, la pediatra les podría ver en seis días. He leído esta semana las quejas de los pacientes de Benahadux por la saturación que, dicen, existe en el centro de salud del municipio y que atiende a una población en torno a los 30.000 habitantes. Salud dice que no es tanta, que en cuatro días se está viendo a la gente, como si cuatro días se considerara atención inmediata. Esta distancia cada vez más abismal que existe entre la población no sana y quienes curan las enfermedades pone a prueba todas las diferentes capacidades de las que dispone la raza humana para aguardar un período de espera y en cada casa se aplica una. En la nuestra lo tomamos con filosofía. Dos familiares esperan desde hace más de un año una intervención quirúrgica de relevancia para poder normalizar su día a día. A uno le llamaron hace varios días para el preoperatorio. Al otro le han dicho que, 'si eso', lo mismo le llaman a partir de enero porque se conoce que en los veintitantos días de la Navidad nada de nada.
Sabemos que se puede hacer mejor. La población ha estado mejor atendida en años anteriores –hace ya bastantes-, pero lo ha estado y, por este motivo, nos quejamos y pedimos que la atención primaria vuelva a ser inmediata. No podemos controlar cuándo enfermamos, pero sí se puede organizar a la gente que va a estar al otro lado cuando lleguemos con nuestro problema. Y se trata, en muchos casos, de problemas muy serios. Son enfermedades, urgencias, miedos de haber encontrado algo nuevo en un sitio en el que no corresponde y donde antes no había nada, analíticas que describen cosas que no entendemos y sentimos miedo; tememos por nuestra salud y por la de nuestros familiares y hay quien eso no lo lleva muy bien. No justifico bajo ningún concepto una agresión verbal y, menos, física a nadie y esto incluye a los profesionales sanitarios, que bastante tienen con la que les está echado encima el Gobierno andaluz a cuyos representantes y responsables son quienes van realmente dirigidos los insultos o golpes que por desgracia reciben inmerecidamente los profesionales sanitarios, los parapetos. El comportamiento humano evoluciona y está en constante exposición a verse influenciado por el devenir económico, social, ambiental, etcétera, y puede que esto nos impida meditar antes de tomar una determinación ante una situación estresante relacionada con la salud, pero el principal motivo del incremento de las agresiones a sanitarios y sanitarias es que hay menos profesionales para atendernos y que, como consecuencia, tenemos que esperar mucho más tiempo viviendo en un mar de incertidumbres. Esto no es justo, no es ofrecer un buen trato a la sociedad que, además, ya ha salido a la calle para protestar y que como respuesta sólo recibe desprecio por parte de la administración responsable de la salud en esta comunidad autónoma. Nos siguen pidiendo paciencia, pero se empieza a agotar.
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