Andamos escasos de milagros y sobrados de contratiempos. La penúltima calamidad fue ese desparrame de mercurio líquido sobre todo bicho viviente con que se despidió ... la primavera durante nueve inacabables días y otras tantas infernales noches. Un calor tórrido solo comparable al cabreo de Sánchez tras el varapalo andaluz, que le ha descuadrado la quijada. Si se han fijado bien, en las últimas apariciones se le ha agudizado el rictus. Debería hacérselo mirar antes del encuentro con Joe Biden. Porque esta vez sí habrá palique con el norteamericano sentado en el sofá de La Moncloa. Nada que ver con aquella confluencia que le preparó Iván Redondo en un desangelado pasillo, en la que nuestro todavía presidente más que mandatario parecía un vendedor de biblias. Sus incondicionales esperan que la criatura, con el chute de vanagloria que trae aparejada la cumbre de la OTAN, retome su faceta de embaucador. En ese papel propio de sacamuelas y feriantes se siente a gusto. Confiar en que cambie el rumbo para evitar el desastre económico al que vamos de cabeza sería un milagro. Y no estamos en tiempos de prodigios, ni hay santo en el calendario que se atreva a hacer el portento de ponerle freno –él diría topar– a su altivez. Con su desdén tras las elecciones, se está ganando a pulso que le llamen Pedro el Sordo. La bofetada que le dieron, en la cara de Espadas, le ha apuntalado en su altanería. ¡Ojo!, también tiene vocación de tragasables y podría merendarse a Espadas o convertirle en un dos de bastos, que ni en la brisca tiene valor. Ya entre nosotros, si analizamos lo ocurrido en Maracena, la antigua Rusia chica, donde manda Noel López, el descalabro ha sido 'cum laude'; que el PP le haya sacado más de diez puntos, en su propio pueblo, al cabeza de lista del PSOE de Granada, con la 'pechá' de kilómetros que se hizo el hombre, tiene que doler más que un juanete infectado. No vamos a darle más vueltas: los sacos del inmenso granero de votos socialistas que había en Andalucía, los ha agujereado Pedro. Uno se imagina ahora la cara de satisfacción que debe lucir Susana Díaz, a quien alguien pudiera estar calentándole la oreja con eso de que siempre hay una segunda oportunidad.
La que lo tiene más crudo para esa segunda oportunidad en este sur de sal y soles es la singular Macarena Olona. La mediopensionista de Salobreña perdió su gracejo al pasar 'DespeñaPedros' y en los debates se mostró 'esaboría'. Vino ejerciendo de andaluza 'parvenue' y ha quedado como aquel Guillermo Kirkpatrick que se bajó del avión en el aeropuerto de Chauchina con sombrero cordobés porque «quería pasar desapercibido».
Guillermo Soria le puso en su sitio cuando en la caricatura del día le dibujó como «De los Kirkpatrick del Realejo». Ha sacado dos escaños más, pero aspiraba a gobernar. Tras su equivocada campaña, ya sabe lo que vale un discurso moderado, adobado con el abrazo a una vaca. Las sensibilidades cambian. Se impone el ecologismo y, muy a mi pesar, hasta las hamburguesas vegetales. La batalla en este campo, que era patrimonio de la izquierda, también la ha ganado Juanma en esta su segunda y triunfal oportunidad.
Por lo demás, reconozco que, sin ayuda de la robótica o la inteligencia artificial, me es muy difícil llegar al discurso de ese ramillete de sensibilidades que crece a la izquierda del herrumbroso 'pesoe' de Sánchez (nada que ver con el PSOE de toda la vida). Y encima dicen que el tren a Motril vuelve a ser papel mojado. Efectivamente, estamos sobrados de contratiempos y faltos de milagros.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión