Una segunda ola creciente
Editorial ·
La lucha contra el coronavirus debe darse desde la unidad política y la responsabilidad social e individualSábado, 17 de octubre 2020, 23:05
La división política también en lo que concierne al coronavirus puede impedir ver con la claridad debida la situación inquietante de la pandemia en nuestro ... país. El viernes se registró el mayor número de contagios (15.186) desde que comenzó la epidemia. Los casos y los ingresos hospitalarios suben en la mayoría de las comunidades; once comunidades empeoran sus datos de incidencia y sólo seis bajan la ocupación en UCI. En lo tocante al indicador más sensible, el número de fallecimientos, se contabilizan más de 120 muertes diarias y hace cuatro semanas que no bajan de 100. Desde julio, se han producido unas 5.000 muertes según el Ministerio y un 30% más según las propias comunidades. Ayer mismo, el Gobierno Vasco aprobó medidas restrictivas como la reducción de aforos al 50% y las reuniones a seis personas, en Salamanca entró en vigor el confinamiento perimetral, restricciones en Granada y Melilla, en Extremadura se aplicarán a partir de hoy...
Con la segunda ola cogiendo fuerza, se observa que no se ha hecho todo lo que procedía para minimizar sus efectos, o al menos no se ha hecho en todas partes. Sin duda, se dispone de más material y de unos conocimientos crecientes, pero la asistencia primaria reclama más recursos y no se ha formado la red tupida de rastreadores que hubiera permitido atacar los nuevos brotes, con resultados mucho más satisfactorios que los actuales. Alemania fue en su momento y sigue siendo el ejemplo de lo que se debió hacer.
Así las cosas, sería hora de que cesara esta insostenible querella entre partidos, de forma que la unidad de las fuerzas políticas concediera claridad y credibilidad al esfuerzo común contra la pandemia. La propia ciudadanía aplicaría mejor las medidas de seguridad recomendadas si viera que los dirigentes son capaces de luchar armónicamente contra el virus, en lugar de arrojarse la tragedia a la cara del adversario.
Porque no caben paños calientes. La experiencia acumulada demuestra la imperiosa necesidad de adelantarse a los acontecimientos e intervenir sin demoras con una cirugía de la máxima precisión. Y las medidas solo serán eficaces si toda la ciudadanía se conciencia de la excepcionalidad del momento y actúa en consecuencia. El virus dista mucho de estar bajo control. Pretender vivir como si no existiera, sin asumir los cambios de hábitos que impone, es más que un error: una temeridad que amenaza la salud.
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