Secretos de estadio
Tico Medina
Granada
Domingo, 9 de junio 2019, 02:01
Hay campos de fútbol que dan suerte y otros que no la dan. Por eso, muchos futbolistas, entre ellos ese chico llamado Messi -sin duda, ... el mejor del mundo aparte de Ronaldo, que acaba de marcar tres en la misma tarde- besan la tierra verde, o lo que sea. Ahí están, bien cerca, las islas Feroe, que usan las vacas -dicen- para segar lo verde, si es que lo tienen, para que les dé suerte. Otros se santiguan como quien va a un examen de Matemáticas, ahora tan de moda, o para hacer el paseíllo en el toreo, que es arena, albero.
Yo soy compadre de dos toreros -ya lo he dicho muchas veces-, Curro Romero y El Cordobés. Además escribí para César Girón y Ava Gardner; sí, Ava Gardner. Ella dijo que César era muy feo. Cierto, pero era un torero enorme.
Hoy quería hablar, escribir, sobre el fútbol, con la alegría que me da el saber, el sentir, que nuestro Granada está donde siempre debe estar. Es una ciudad 'de Primera', como ahora se dice. Tanto que, para nosotros, ese fue el titular de esta página hace poco tiempo, antes de la noche gloriosa. Este cronista desea dar las gracias, efusivamente y por escrito, al equipo de la ciudad.
Sobre todo, porque ha reunido a esta Granada popular, de la calle, que a mí tanto me gusta, con pasión, esa pasión que siempre tenemos o debemos tener, pero que siempre escondemos. Eso sí, cuando hay que salir, se sale con el puñal entre los dientes. En esta ocasión lo hago para dar las gracias de verdad, y con alegría, alrededor de esa fuente tan nuestra que, aunque se llame de las Batallas y así forma parte de nuestras vidas, podría ser ya de las 'Victorias', como ya he escrito oportunamente en algún otro sitio.
Gracias. Porque Granada fue noticia en España entera y en todo el planeta, llamado Tierra. Aunque debería llamarse 'Agua', no hay más que mirar al mapa, con tres partes de agua y una sola de tierra, como un día me ratificaron en el Mar de Cortés, en México. Fue en la laguna del Ojo del Indio, donde se aparean las ballenas. Allí vimos cómo las orcas esperaban a que las ballenas azules parieran, cómo atacaban a los ballenatos recién nacidos, o cómo devoraban si les era posible la enorme placenta del parto de los grandes monstruos de voz fina, como de niño perdido.
Son meandros de la memoria. Y no para presumir del 'yo que', sino para contar lo que he vivido y he visto con mis ojos. Se ha de comer la tierra. Aunque ojo: tengo en duda el tema de la ceniza desde que he leído que, últimamente, en este tiempo del cambio climático, lo ideal es -dando ejemplo- pedir que te entierren en tierra baldía. A ser posible, por ejemplo, donde haya un árbol tierno, para que, si no has servido para nada -como yo, que sólo sirvo para contar historias que otros viven-, por lo menos abones directamente el árbol, que crecerá más que ningún otro de su derredor.
Me viene a le memoria, como siempre, aquello que mi abuela Concha nos decía a los 'quillos', los niños, cuando salíamos a jugar a las afueras de Píñar, mi pueblo de los Montes Orientales: «Niños, no os paréis a jugar a las bolas allí donde haya en la cuneta cardos más crecidos que otros, que es seña de que guardan muertos de la guerra debajo...»
Cierto. Bueno, pues lo dicho: gracias, Granada CF, y también a los granadinos, y los granaínos', que son otro tipo de gentes de Granada. Felicidades, Granada, en general. He sacado del fondo de armario mi camiseta del equipo, la que me regalaron los del club hace ya unos años. Se la voy a poner a mi última nieta, Paula, en cuanto nos la traigan un día de estos. A ver si luego puedo publicar el 'wasap'.
Hay muchas cosas en torno a Granada de las que dar cuenta. A ver. La granada, su zumo, según reconoce una publicación médica, es muy bueno sobre todo para el amor, para rejuvenecer, para ser más romántico. Traslado esta opción a ustedes, mis lectoras y lectores, por si mi consejo les sirve para algo. Para mí es sólo una referencia, aunque no me voy al otro barrio sin plantar uno, por pequeño que sea.
Igual que los del Grupo Verde de Granada me plantaron los magnolios del parque que lleva mi nombre. Les pedí que me buscaran una pilistra, como las que siempre vi en mi niñez y que mi cuidaba mi madre Lola, que tenía los ojos verdes y era una prenda de verdad, en paz descanse. Bueno, que a ver si me mandan la pilistra como sea, que yo pago el porte. ¡Me gusta tanto y tengo tan poco tiempo!
Les digo, además de todo, que me alegra mucho, no saben cuánto, que le hayan dado el premio Pozo de Plata de Fuente Vaqueros al poeta Luis García Montero. Es un buen poeta. Me gustaría que siguiera en el difícil puesto de director del Instituto Cervantes, que es una gloria bendita. Se lo dice este viejo que además es académico de El Toboso, donde nació el idioma, como quien dice, hace ya tanto tiempo. La lengua la cuido en cuanto me es posible, aunque a veces le dé un 'sostrazo', como se decía en mi tiempo, un tipo de colleja 'al viejo idioma', que ya tiene más de 500 millones de adeptos.
Y es que, como escribo más arriba, no sólo hay secretos de Estado. Ya conocen la serie, y es cierto. Es como decir, aunque sea feo, cloacas, que las hay en todos sitios. También hay secretos de 'estadio', cambalaches, historias más o menos encendidas. Y el entrenador nuestro ha dado la cara limpiamente y bien con su equipo. Quizá porque le ha ayudado mucho su esposa. Les hablo de Diego Martínez, que tiene el apellido de un pueblo cercano al mío. Las esposas granadinas tienen tanta fuerza... Si no, vean la esposa del presidente de Telefónica, que es granadina y la casa que preside su marido es de las mejores del mundo. El día de las Fuerzas 'Amadas' -no, no me equivoqué de nombre- en Sevilla, hizo un gran papel -elegante, joven, inteligente siempre en su segundo puesto- la primera dama de Andalucía, a la que un día escribimos una carta en esta misma casa. Ella nos dio las gracias personalmente, cosa que no ocurre -por lo general- en el difícil momento que vivimos.
Federico, el más vendido
Tengo que decirlo, y no es por repetirme -a veces lo hago más que la morcilla-: no saben ustedes lo que se ha vendido Federico en la feria del libro de Madrid, que es buenísima. Por allí pasó la Reina, Doña Letizia, que se llevó en las bolsas de la Zarzuela no sé cuántos libros. Iba detrás de ella un militar con cordones de gala de la casa, diciendo: «¿Cuánto se debe por el libro que se lleva la Reina?» Y los de la caseta, como es natural, respondían sonrientes: «Es un regalo para la Reina. Nada de nada, y gracias». Lo dicho, pregunto por Lorca donde debo preguntar y esto me responden: «De los autores, por no decir el autor, más vendido de este año», lo que hago público para general conocimiento.
Secretos de Estado... Y, jugando a las palabras, secretos de 'estadio', el de nuestro club granadino. Otra vez: gracias, granadinos. Por la paciencia, el aguante y la esperanza nunca perdida del pueblo de Granada. Lo digo porque yo soy su cronista.
No olvido nunca cuando de niño me preguntaban qué quería ser cuando fuera mayor. Yo decía, levantando la cabeza: «Me gustaría ser Trompi...» Marcando goles, pero sin dejar de escribir versos, que conste en acta. ¡Ay, cuando yo quería por lo menos ser como Miguelón, tan grande y a la par tan niño...!
Y cuando termino de escribir esta crónica me llaman por teléfono para informarme que Chicho Ibáñez Serrador ha muerto. Lo quería mucho y, además, su madre era la gran actriz Pepita Serrador, de Granada. Trabajé mucho con él en televisión. Cuando nos veíamos nos abrazábamos como paisanos. Le voy a echar mucho de menos. Hasta pronto, querido maestro.
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