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De salvapatrias a salvamundos

El planeta no se salva con pancartas y 'manifas' que obligan al vecino a dar un rodeo, llegar tarde al trabajo y quemar más gasoil

Esteban de las Heras

Domingo, 22 de septiembre 2019, 03:14

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Unas gigantescas chimeneas de humo negro llenaron esta semana la pantalla de la tele y enturbiaron el aire de medio mundo. Alguien –de Irán o ... del Yemen– había bombardeado varias refinerías en Arabia Saudita. Los sesudos comentaristas económicos elevaron su voz para decirnos que el precio del petróleo se iba a desbocar y que el bolsillo del conductor se iba a quedar más flácido que las pililas de un geriátrico. Luego, al parecer, no ha sido tanto, pero la alerta continúa encendida. El polvorín de Oriente Medio sigue siendo un polvorín. Sin embargo, para nuestra progresía verde aquello sigue estando lejos y de momento no entra, al parecer, en el campo de sus preocupaciones. Los economistas, la gente del maldito parné, sí vieron el peligro, en tanto que los chicos de las mariposas se dedicaban al encaje de bolillos. Ese día no se oyó ni un solo grito de protesta de los ecologistas por el daño ambiental que causaban aquellas inmensas humaredas. Ellos están más por el patinete y por jalear a esa ministra en funciones que quiere cargarse de un plumazo el diesel. De momento, la señora Ribera –que declara tener dos coches altamente contaminantes, aunque ella dice que siempre va andando o en bici– ya ha conseguido que bajen las cifras de ventas de automóviles a niveles más que preocupantes, con los consiguientes daños colaterales para los empleados en las fábricas y los concesionarios. Allá ella y sus votantes.

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