Salud, dinero y educación
En esta pandemia no solo se resiente la salud y la economía, también perdemos la educación. (...) En este último año, ¿realmente estamos teniendo una educación pública de calidad?, ¿realmente se está garantizando la igualdad de oportunidades?
Lunes, 29 de marzo 2021, 10:46
La covid-19 está transformando nuestras vidas. La cuerda se tensa en todas las esferas sociales, unos jalan más del extremo 'salud', especialmente cuando les ... ha tocado muy de cerca la enfermedad y han perdido a seres queridos, arguyen que «sin salud no hay economía». Otros tiran del extremo 'economía', pues es muy duro perder el empleo, no tener para pagar el alquiler o la hipoteca, o simplemente tener que acudir a familiares o a bancos de alimentos para poder tener algo que llevarse a la boca.
Y es que la salud y el dinero, como dice la canción, son imprescindibles en la vida, y bien lo estamos comprobando desde que conocimos a la covid-19. De hecho el tiempo se nos pasa decidiendo que si la cosa va a peor hay que confinar o autoconfinarse, establecer un toque de queda más estricto y limitar aún más la actividad no esencial aunque eso suponga la ruina de muchos comerciantes… que si ahora hay que salir para salvar el verano y proteger al turismo, o relajar las medidas para salvar la Semana Santa o para permitir que en fechas señaladas las personas vean a la familia…
Me olvido en esta ocasión del amor y me acuerdo de la educación, ¿no les parece a ustedes que además de la salud y la economía, también estamos perdiendo la educación?
Por un lado, podría señalarse que la educación se ha mantenido a pesar de la pandemia y no se está perdiendo. De hecho, son muchos los argumentos que han contribuido a que los centros educativos sigan funcionando en tiempos de pandemia (menor capacidad de transmisión de los niños, los centros educativos son entornos seguros cumpliendo una serie de medidas, la educación es un derecho básico que no podía ser dinamitado por la pandemia, padres y madres que trabajan han de poder dejar a los niños en el colegio… entre otras muchas razones). Pero en este último año, ¿realmente estamos teniendo una educación pública de calidad?, ¿realmente se está garantizando la igualdad de oportunidades? Me temo que no.
Son variadas y diferentes las normativas autonómicas en educación las que se están tomando en tiempos de pandemia y que están propiciando que alumnado del mismo nivel y etapa, esté recibiendo una enseñanza diferente en función de la comunidad, del centro escolar o del profesor que 'te haya tocado'. A estas diferencias añadimos que no todas las familias tienen los mismos medios o recursos y por tanto no pueden proporcionar el mismo apoyo educativo. De este modo, si agitamos el cóctel con la mezcla de situaciones, tendremos una infinita peor calidad educativa que, además, atenta contra uno de los principios básicos de la educación pública de nuestro país, la igualdad de oportunidades. Es decir, dos de los principios básicos en nuestra legislación educativa: «La calidad de la educación para todo el alumnado sin que exista discriminación alguna por cualquier condición personal social, y el garantizar la igualdad de derechos y oportunidades» se están vulnerando.
Y es que son tantas las diferencias entre docentes, centros escolares y familias que, recibir una clase en el centro escolar o quedarse en casa, poder recibir esa clase desde casa de modo on line o realizar trabajos a través de plataformas educativas, o simplemente no tener más contacto con el profesor/a o interacción con los compañeros/as que, cuando te toque ir a clase (normalmente un día sí y otro no), están menoscabando la educación de nuestro país y de nuestros hijos/as.
Intentaré explicarlo de otro modo: el que en una comunidad el currículo se imparta en una lengua u otra, o haya alguna hora más o menos en la jornada escolar donde se imparta la asignatura de una lengua oficial de esa supuesta comunidad, nos lleva a intensas tensiones y debates políticos, pero, en tiempos de pandemia, ¿qué pasa si en una comunidad por ley (por ejemplo la de Aragón) los alumnos de 2º de bachillerato reciben clase presencial todos los días en el instituto y en otra no (por ejemplo la andaluza, en donde se deja libertad para que los institutos decidan)? ¿Qué ocurre si en un instituto de una población de Granada el alumnado de 2º de bachillerato acude todos los días a clase y en el instituto del pueblo de al lado el alumnado solo acude a clase la mitad de los días y tampoco se emiten las clases on line para poder seguirlas desde casa (recordemos que no es algo obligatorio para los centros)? ¿No estaremos propiciando una desigualdad de oportunidades insalvable a través de la educación? Efectivamente, pensemos en un alumno de 2º de bachillerato, que aquí, en Estepa o en cualquier población de Granada se juega su futuro (tras 17 años escolarizado) en una prueba única de acceso a la universidad, compitiendo con otros estudiantes por unas centésimas que determinarán su futuro académico y puede que vital.
La circular de 3 de septiembre de la Viceconsejería de Educación y Deporte de la Junta de Andalucía estableció que cada instituto tiene autonomía para elegir la modalidad de clase en función de circunstancias particulares y justificadas, tratando de conjugar la calidad de la educación con la salud y seguridad de las personas. Ello ha propiciado que en Andalucía en general, y en Granada en particular, haya alumnado de 2º de bachillerato que esté:
a) Recibiendo todos los días clases presenciales en su instituto, bien desde el comienzo de curso o bien tras haber cambiado la modalidad el instituto. Esta es la situación en la mayor parte de los concertados y en una mayoría de los institutos públicos de Granada.
b) Yendo a clase un día sí y otro no, recibiendo clases presenciales en el instituto la mitad del curso y estando la otra mitad del curso en casa. De ellos, hay institutos y asignaturas que se conectan con el estudiante para que lo que ocurre en clase esté siendo retransmitido «en directo» al estudiante que está en casa; y también hay institutos que han decidido no conectarse y en su lugar proponer tareas y deberes. Es decir, hay centros que han implementado de modo generalizado la docencia on line y otros que no.
Sin contar con la posible ayuda de las familias (controlando el tiempo de estudio, si es que la familia no está trabajando, apuntándolos en académicas privadas o buscándoles un profesor particular… ), existen diferencias insalvables entre estudiantes granadinos de 2º de bachillerato, desigualdades que el modelo educativo aplicado en tiempos de pandemia está provocando que los estudiantes hayan tenido menos horas de clase, hayan trabajado menos contenidos, recibido menos explicaciones de sus profesores o menos correcciones de sus ejercicios y tareas… teniendo por tanto una menor oportunidad de aprender y teniendo que asistir, en definitiva, a medirse con otros estudiantes en la PEvAU (prueba de acceso a la universidad), con la mitad de preparación.
Y todo ello, sin considerar otros muchos aspectos que podrían estar presentes en la ecuación (descenso en la calidad del aprendizaje y peor preparación del alumnado, desmotivación, frustración, estrés, cambio en las expectativas de futuro, falta de recursos en los centros, falta de formación del profesorado, fracaso del sistema educativo y no solo del alumnado…) y que ya explicaremos en otra ocasión. De hecho, esta radiografía parcial, a buen seguro podría ser completada con situaciones que preocupan a los padres y estudiantes de 1º de bachillerato, 3º y 4º de la ESO y los ciclos formativos de FP, las enseñanzas y niveles que, ante una falta de recursos en el sistema educativo, están siendo sacrificadas.
En resumen, puede que la salud y la seguridad de las personas se esté consiguiendo en los institutos, pero la calidad educativa la estamos perdiendo durante la pandemia. Solo nos queda creer en héroes sin capa, pensar que al igual que los sanitarios, las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, los camioneros, las limpiadoras o los dependientes de supermercado (entre otros muchos), los docentes pueden ayudar a superar las dificultades educativas durante la covid 19. Yo creo que sí, que hay muchos docentes, verdaderos héroes y heroínas, desvelados cada noche por reinventarse para que nuestros hijos/as aprendan el máximo a pesar de la pandemia… docentes que son capaces preservar la salud sin menoscabar la calidad educativa, pero les dejo que ustedes: padres, madres y docentes, ciudadanos y lectores, también juzguen, a buen seguro tienen sus propias opiniones basadas en la experiencia.
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