Ruidos
Puerta Purchena ·
«Hay otros ruidos que soportamos no sin disgusto y hasta con indignación, especialmente cuando son inoportunos»Vivimos en una sociedad ruidosa. Es algo tan evidente que nadie duda de ello. El problema empieza cuando estamos saturados de ruidos y no nos ... damos cuenta. O dicho de otro modo: aceptamos el ruido como algo inevitable.
Pienso en la realidad cotidiana, porque referirse al ambiente reinante en la Feria ya es para volverse loco. Pero el asunto del ruido es más serio de lo que parece. Si no, juzgue usted lo que le cuento a continuación.
El otro día me comentaba una maestra algo que me hizo pensar. En más de una ocasión acudió a su clase un equipo especializado para medir el nivel de ruido en el aula. Se cuidaron mucho de no gritar; solo mantenían conversaciones digamos normales: los niños entre ellos y la maestra con el especialista. Pues bien: el nivel de ruido sobrepasaba lo aconsejable. ¿Qué será, por tanto, cuando se eleva ese nivel por cualquier circunstancia? Por cierto, eso ocurre muy a menudo.
Hay otros ruidos que soportamos no sin disgusto y hasta con indignación, especialmente cuando son inoportunos. Hablo de motos aceleradas al máximo y de coches con ventanillas bajadas donde el conductor 'disfruta' de música estridente con los altavoces a toda pastilla.
Pero el lunes Sergio G. Hueso publicó en este diario un estudio que me dejó boquiabierto. Resulta que en el centro de la capital, los residentes soportan a diario ruidos por encima de lo aconsejable para el oído humano. La palma se la lleva una zona de la plaza de S. Pedro los sábados, con más de 87 decibelios, cuando lo permitido es 55. Es decir que en ese lugar los vecinos padecen -particularmente los sábados- un nivel de ruido muy por encima de lo legal. Y, aunque en la plaza aludida -esquina con la calle Antonio González Egea- baten el récord, los demás lugares analizados no se libran. Es más: de los 37 puntos en los que se han hecho mediciones, 30 superan los límites. Y estamos hablando de la hora de dormir -de las 11 de la noche a las siete de la mañana- y del centro de la ciudad. Supongo que, si se ha medido en esa zona, es porque había sospechas de que el nivel de contaminación acústica superaba los límites. Aunque dudo mucho de que el problema se localice únicamente en el centro.
Las mediciones a las que se refiere el informe se llevaron a cabo de lunes a domingo, aunque los datos más relevantes se dieron los fines de semana. Y es que ya se sabe que son precisamente los fines de semana cuando se produce la mayor alteración del ambiente. Todo apunta a que es la proliferación de establecimientos como bares y similares el origen de que la contaminación acústica alcance niveles insoportables -por algo se sitúa en 55 el valor máximo de decibelios permitidos-, aunque no consta en el informe que se hayan explorado zonas donde lo que predomina es el botellón. Pero ni falta que hace: todos conocemos el escándalo que se organiza.
Las autoridades piensan solucionar el asunto: aplicando restricciones. Aunque pienso que estamos más ante un problema educacional.
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