Gimnasia navideña
A la última ·
No hay ningún deporte más duro que llegar viva al año que vieneLlega cinco minutos tarde, cuando el resto ya estamos calentando. Apenas hemos cruzado unos cuantos «hola», pero me cae bien: un poco más mayor que ... yo, su gesto de fastidio indica que compartimos tanto el odio intestino por los ejercicios de fuerza como el agotamiento anticipado que nos entra al ver las mancuernas, las poleas y demás instrumentos de tortura con los que vamos a tener que lidiar durante una hora por prescripción facultativa. Ya nos podía mandar el médico a tomar las aguas, también te digo.
Se tira al suelo a hacer planchas, para, sigue, resopla, sigue. Al cabo de un rato, la voz del entrenador se impone a la música cañera para proponernos subir un monte la semana de Navidad con el fin de «hacer aeróbico». Ella le contesta que lo siente, pero que no va a poder: entre turno y turno en el curro tiene que ir a comprar los regalos, recoger los encargos en la carnicería, rematar los menús y adecentar la casa porque vienen su hijo, la nuera y los críos desde Málaga a pasar las fiestas.
«Es cuestión de organizarse», le suelta un 'gymbro' con pinta de llegar a la cena de Nochebuena oliendo a gin tonic de creatina y preguntando si puede ayudar en algo cuando la mesa ya está digna de catálogo navideño. Por no mentarle al padre, mi compañera de fatigas le responde con un silencio largo y elocuente que dice que no necesita subir montes porque ya sube y baja las escaleras cargada con las compras, que bastantes pesas hace levantando la olla de caldo para veinte y que, para plancha, la que se pega ella dándole a los manteles buenos. Todo eso también quema calorías. Y, sobre todo, paciencia. No hay ningún deporte más duro que llegar viva al año que viene. Ni las puñeteras sentadillas con salto.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión