Apenas había comenzado el choque entre el Covirán y el Girona cuando hubo que parar el partido. Un runrún corrió entre los espectadores. El marcador ... volvía a fallar y el tiempo no iba bien. Ha ocurrido más veces esta temporada y ya cansa. Desconcentra a los jugadores, alarga innecesariamente los partidos y se nos hace tarde para ir al bar a tomar la cerveza. Paco Cuenca, al quite, le preguntó al presidente del equipo qué pasaba. Y por su gesto, bien pudo responderle algo así como «si tú supieras…». Aunque saberlo, lo sabe.
Al Palacio de los Deportes de Granada le hace falta mucho más que un lavado de cara para adaptarlo a los requerimientos del siglo XXI. Al menos, si queremos una infraestructura polivalente para acoger en condiciones óptimas todo tipo de conciertos y espectáculos, más allá del baloncesto. No les cuento la piporrada de millones que es necesario invertir, según me dice alguien que sabe del tema, que no quiero deprimirles.
Durante la presentación de la Copa del Rey de baloncesto, que se celebrará en Granada en febrero del próximo año, el alcalde garantizó que el Palacio de Deportes estará preparado y a la altura de las circunstancias. Es una buena noticia. Todo lo que sea invertir en su adecentamiento es positivo. Porque esperamos que sea inversión perdurable y no mero gasto para los cuatro días que dura la competición.
Los dos palacios de Granada, el de Deportes y el de Congresos, necesitan una buena morterada de dinero si queremos que sean realmente productivos. Para atraer actividad de primer nivel y de forma constante, hay que invertir. Las infraestructuras se desgastan, envejecen y se quedan obsoletas.
En este punto, recuerdo una memorable frase de la película 'Wilaya', cuya trama transcurría en los campos saharauis: lo difícil no es comprar un frigorífico, lo realmente complicado es llenarlo de comida todos los días.
Bienvenido sea el repasillo que se le va a dar al Palacio de los Deportes para ponerlo guapete de cara a la ACB. Quedará todo limpito y espercojao. Esperemos que sean mejoras perdurables y, sobre todo, que sirvan como base para afrontar una remodelación en profundidad de sus instalaciones.
¿Y quién lo paga? Esa es la cuestión. Sabemos que se han pedido fondos europeos para el Palacio de Congresos. ¿Y para el de Deportes? De hecho, ¿qué demonios sabemos, en realidad, de los fondos Next Generation más allá de rumores y promesas?
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