El símbolo
Cuando los políticos no toman las riendas, es la sociedad civil la que, más pronto que tarde, se levanta. Y eso no es necesariamente una buena noticia
Lo que pasa en Granada es que nos gusta la bronca, polemizar hasta con el color de los atardeceres, esas puestas de sol que embelesan ... tanto al personal y acaban por dejarlo fuera de juego cuando hay que fajarse y discutir cuestiones cardinales que afectan al porvenir de todos. Y un tema esencial es el AVE directo y la necesidad de aumentar las frecuencias de conexión con Madrid. Que la iniciativa, que lleva desde que se inauguró el AVE en 2019 siendo el run-run de conversaciones, la haya asumido IDEAL no parece una casualidad, sino una causalidad, que no es lo mismo. Porque cuando los políticos no toman las riendas, es la sociedad civil la que, más pronto que tarde, se levanta. Y eso no es necesariamente una buena noticia porque evidencia que otros no están haciendo suficientemente bien su trabajo.
La ciudadanía necesita un liderazgo verdadero, un planeamiento consensuado del modelo de ciudad que lleva discutiéndose pero sin llegar a ninguna conclusión definida desde los tiempos de Ganivet. Supone la constatación histórica de que, Granada, digámoslo sin paños calientes, va con retraso en demasiadas cosas porque, mientras nosotros tenemos por costumbre andar a la greña, porfiar por una frase que justifica no alcanzar el consenso, los vecinos de al lado nos toman la delantera. No creo que sea necesario poner los mismos ejemplos de siempre. Ahora es cuando se me acusará de pertenecer a la cofradía de la queja perpetua; pero que nadie olvide que, la queja, si va cargada de argumentos, puede ser catalizador de cambio porque, a estas alturas, no podemos continuar permitiéndonos seguir especulando qué queremos ser de mayores. Fundamentalmente porque hemos crecido y como ciudadanos tenemos la responsabilidad de reclamar decisiones urgentes y capacidad para el acuerdo en lo primordial a quienes hemos escogido legítimamente para que defiendan nuestros intereses. Da igual partido e ideología: su brújula tiene que ser forzosamente Granada y su beneficio, construir el futuro. Eso obliga a que, cuando nuestros representantes vayan a Madrid o a Sevilla a exigir lo que nos corresponde, frente a la estrategia partidista, prioricen los intereses de la ciudad que les ha dado su confianza. Si lo siguen haciendo al revés, si se mantienen plegados a las consignas del partido que fuere como táctica para salvaguardar su sillón, se resentirán las siglas, su credibilidad y su liderazgo hasta quedar en la nada. Eso ya se ha visto también.
No se pueden aceptar en temas sensibles esas luchas absurdas del 'y tú más' que únicamente fomentan un desafecto peligroso global por la clase política. Ostentar una responsabilidad pública tiene que entenderse como lo que es: un gran honor que implica la obligación de reclamar enérgicamente a quien proceda, en Madrid o en Sevilla, un compromiso real con las necesidades de la gente. Es decir, que tienen que esforzarse por negociar, por recobrar el prestigio perdido con hechos, demostrando su implicación en robustecer y defender nuestros sectores estratégicos (turismo, patrimonio, exportaciones agrarias y una universidad que es modelo de excelencia) y en desarrollar otras fortalezas. Esta campaña del AVE con más de once mil firmas es el comienzo, el símbolo del despertar granadino. La satisfacción de ver que la ciudadanía se une en lo importante y espera lo mismo de sus dirigentes: que ejerzan ágilmente y sin estridencias los mandatos para los que fueron elegidos.
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