«No soy un héroe, solo un hombre con un objetivo», dice John Wayne en 'Centauros del desierto'. Parece que lo mismo le sucede a ... Francis Rodríguez, actual presidente de la Diputación de Granada, que se ha cansado de poner él solo los millones para la promoción turística del aeropuerto y le ha avisado a Paco Reyes –a la sazón mandamás de la Diputación de Jaén– de que, o saca la cartera o, antes de que diga amén, le borra hasta el santo de su nombre. No el nombre de Paco Reyes, se entiende, sino el de Jaén.
Lo cual que, Francis, que hasta ahora había estado enredado «repatrimonializando» edificios emblemáticos –de un convento en Guadix, pasando por el castillo de La Calahorra hasta alcanzar el Banco de España en la capital–, ha encontrado un nuevo objetivo: abrir la caja de los truenos, que estaba mal cerrada desde 2006 cuando fue bautizado como 'Aeropuerto Federico García Lorca Granada-Jaén'. Evidentemente esto nos fastidiaba a todos por igual, pero el fracaso hubiera sido colosal trazando un aeropuerto cada 60 kilómetros. Aunque haya quien piense que la trascendencia de la nominación oscila entre la irrelevancia y la nada, en el trasfondo –más allá de lo simbólico– hay una clave económica: poner el foco en la necesidad de invertir para visibilizarlo frente al de Málaga y evitar que se nos sigan despistado turistas. Cuestión de marketing, así de claro. Con Málaga-Costa del Sol asentado como destino anual de dieciocho millones de viajeros, hay que empezar a espabilar y ya vamos tarde.
Por lo tanto, toca mejorar para anteayer la frecuencia de las conexiones nacionales y, sobre todo, conseguir más vuelos directos con ciudades extranjeras para poder participar en igualdad de condiciones. Digo participar, conste, no competir. Solo así podrá aumentarse significativamente el número de visitantes que aterricen aquí, en lugar de optar por Málaga como puerta de entrada, para después desplazarse a tierras granadinas en excursiones que nos dejan poco más que el papel del bocadillo. Ante esto, que trasciende la política para ser fundamentalmente gestión de lo cotidiano, la dejación de funciones del jiennense Reyes no es admisible por el perjuicio general que causa, empezando por nuestros vecinos de arriba. Pero lo que, además, llama poderosamente la atención es que haya desestimado displicentemente una reunión con Rodríguez; tengo la impresión de que el veterano Reyes, que llegó a la política cuando Francis estaba aprendiendo a multiplicar, lo infravalora considerándolo como un novato sin más conocimiento que el de la alcaldía de Alhendín y poca contundencia discursiva. Pero basta observar la vida política granadí del último quinquenio para confirmar que, aplicando un perfil bajo en los debates cuerpo a cuerpo, con un hábil reparto de roles con Jorge Saavedra y negociando los espacios de visibilidad, han reconvertido al PP en una «balsa de aceite» y esto tiene mucho mérito en tiempos de versolibrismo y permanentes salidas de pata de banco. Por eso, tal vez convendría que se tomaran muy en serio sus palabras porque, a diferencia del protagonista de 'Centauros…', Rodríguez tiene habilidad para no vincularse a causas perdidas y su objetivo conecta con el interés general. Y, aunque a Paco Reyes le interese presentarlo como otra confrontación, aquí le resultará difícil justificarlo porque repartir equitativamente un gasto que afecta al desarrollo turístico de dos provincias no es partidista. Es, sencillamente, cuestión de lógica.
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