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Puerta Real

Campo, campo, campo

Domingo, 19 de octubre 2025, 22:59

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Se levanta con la luz primera, esa que en las madrugadas de octubre invita aún a dormir un rato más. A las ocho, los niños ... ya están preparados para el colegio, la casa recogida y, ella, lista para empezar la segunda jornada laboral que avanza entre el corral y el todoterreno, entre las ovejas y los olivos, entre la constancia que requiere el campo y la paciencia de quien espera, ilusionada, el fruto justo del esfuerzo. «Quien siembra, recoge», decía su madre; «quien guarda y deja, dos veces pone la mesa», avisaba su abuela. Hoy las recuerda siempre afanosas, nunca libres para decidir, procurando el sustento cada día. No pudieron escoger otra cosa porque para su generación no hubo opciones; sólo un sombrero de paja, una azada, callos en las manos y aceptar su destino. Sin embargo ella sí ha elegido el noble oficio de la tierra porque le gusta tocarla, respirar el perfume de la alfalfa envuelta de rocío o escuchar a las chicharras en verano. Antes, hizo el bachillerato en el pueblo vecino, supo disfrutar de fiestas hasta el amanecer con sus amigas (ay, la voz madrugadora de su padre cuando la cerradura se atascaba) y sus maestros la animaron a estudiar una carrera, que es lo que se espera de las jóvenes talentosas. Eso, y huir a una ciudad.

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