Nadie me hace caso así que recurro a la prensa
Elena Sevillano
Periodista
Martes, 24 de junio 2025, 23:02
Durante los años en los que me encargué de la sección de barrios en La Voz de Almería, recuerdo haber entablado una buena relación, en ... ocasiones personal, con varias de las asociaciones de vecinos con las que hablaba frecuentemente. Era verdad que algunas se limitaban a ejecutar sobre el terreno las consignas que les llegaban desde sus correspondientes partidos, pero otras peleaban por mejorar las condiciones de vida del trozo de ciudad en el que vivían, más o menos al margen de siglas.
Era gente guerrera, comprometida, que solía comenzar las conversaciones casi disculpándose: «Recurrimos a ti porque lo hemos intentado todo, y no nos hacen caso». Ese «todo» incluía la correspondiente sucesión de escrito donde se exponía el problema, quizás reunión con el concejal o concejala de turno, lo mismo hasta incluso palmadita en el hombro, y una promesa de arreglo que no terminaba de llegar.
El periódico era, efectivamente, el último recurso. Y la constatación de que todos los mecanismos democráticos que permiten a los ciudadanos sentir el respaldo de su administración local habían fracasado. No lo vivíamos con tanto dramatismo, por supuesto. Era, simplemente, lo que había. En lo que a mí respecta, asumía mi papel de herramienta, y me alegraba cuando servía para algo.
Pero, observado en retrospectiva el movimiento –acudo a la prensa, que es lo único a lo que hacen caso los políticos– lo percibo como un fracaso de la democracia. Suena grandilocuente, lo sé, pero democracia no es solo votar cada cuatro años, sino que los representantes que la mayoría ha elegido dan un paso al frente para trabajar por los demás. Ser político es, o debería ser, un acto de generosidad, altruismo y entrega. Y eso implica, en mi opinión, que sus canales auditivos estén abiertos en todo momento a sus ciudadanos. Esa escucha activa y esa bidireccionalidad en la comunicación me parece vital, y se ve muy claramente –tanto cuando funciona como cuando no– en la política municipal.
El Ayuntamiento de Almería tiene abiertos canales de comunicación con sus ciudadanos. Hace tres o cuatro meses los utilicé, pero debían de estar taponados. El problema en cuestión es que el carril bici del Paseo de Castañeda, que es la arteria principal de Retamar Norte, lleva meses ocupado por los coches. No es que aparquen un momento y luego sigan su camino, es que se quedan mañanas y tardes enteras ahí parados. Ese carril bici es el camino natural de los niños del barrio para ir y venir del cole. Yo he visto cómo un chaval ha tenido que dejar el carril bici, circular unos metros por la calzada y volver debido a un vehículo con un señor dentro mirando tan tranquilo su móvil, sin inmutarse. Primero intenté hablar con los propietarios de los coches, que ni me miraron, y después puse la reclamación en el Ayuntamiento, pero, que yo sepa, la Policía Local no se ha personado. No pretendo que los multen, nada más lejos, pero sí que alguien con autoridad les diga que ahí no pueden estar.
Por más bonito y trascendente que haya pretendido vestirlo, este artículo no es más que el recurso a la prensa que utilizaban habitualmente mis queridos vecinos: nadie me hace caso, así que recurro al periódico. Triste, ¿verdad?
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