Realpolitik de Estado
Marcial Vázquez
Politólogo
Jueves, 4 de septiembre 2025, 22:45
Las redes sociales han sido perjudiciales para la humanidad en general y para la política en particular. No se trata de negar aspectos positivos que ... nos ha dado, pero si tuviese que hacer un balance sería claramente negativo. Hay quien dice que las redes sociales han «democratizado» muchas cosas, como la información y la opinión; pero en contra de lo que pueda parecer, este proceso no ha traído más información al ciudadano ni mejor opinión. Otra cosa es que ya sea imposible revertir este proceso, pero sus consecuencias aún no han tocado techo- o subsuelo, según se mire.
Hace unos días terminé un libro que empecé a leer por casualidad y que condensa más política verdadera que cientos de tratados de teoría académica: el jefe de los espías, donde Juan Fernández y Javier Chicote sacan a la luz los archivos personales de Manglano, el gran hombre del espionaje español del siglo pasado y pieza clave en los años de la Transición y de los gobiernos felipistas. En este libro- más allá de chismes y chascarrillos- se demuestra como la política de Estado, es decir, la verdadera política del poder, se juega en terrenos oscuros que muchas veces poco tiene que ver con lo que parece. Pero una cosa es cierta: solo los que mandan saben la magnitud de los problemas. De ahí que la importancia de contar con gobernantes competentes y honestos sea una condición inevitable en el progreso de un país. La historia nunca ha sido ni es ni será pacífica, pero pocas cosas hay más dañinas para la democracia que unos políticos empeñados en gestionar la mentira, el malestar y el resentimiento como forma predilecta de alcanzar el poder, pero sin ejercer la responsabilidad.
Por eso es llamativo escuchar a los todólogos y sacerdotes de la buena democracia y la recta moral hablarnos como si ahora viviésemos el momento más decisivo de nuestra historia, dejando claro así dos facetas: su narcisismo y su profunda ignorancia. Que en España hemos vivido años de gran tensión política e institucional lo dejan claro- para quien tuviese dudas- los papeles del director del CESID durante tanto tiempo. De las principales conclusiones que podemos sacar es que la política de Estado camina, en algunas ocasiones, por lugares discutibles y poco recomendables, pero en ocasiones inevitables y decisivas. De ahí la importancia de los verdaderos hombres de Estado en los principales puestos de mando. De aquí la respuesta de por qué España cada vez funciona peor.
Pensándolo bien, uno se pregunta si los políticos actuales habrían sido posibles hace 40 años y viceversa. No solo aquí, sino en general. Pensemos, por ejemplo, en Churchill o Margaret Tatcher. ¿Sería posible el triunfo de políticos de su talla en el tiempo actual? O, por ejemplo, cuántos de los ministros de ahora habrían podido ser ministros en los gobiernos de Felipe González. Margarita Robles ya sabemos que no.
Vivimos en una burbuja política de irrealidad donde cada vez se separa más la teoría de la práctica necesaria. Sin hablar de que en la izquierda se ha pervertido la ideología para transformarla en una religión cuasitotalitaria donde la libertad cada vez tiene menos peso. Un servidor público como Manglano tampoco sería muy posible en la actualidad debido a la pornográfica exigencia de transparencia de los puritanos de la modernidad. Nadie piensa ya en el bien del Estado porque solo preocupa el rédito personal; y un país sin el sentido del bien común no es más que una resta de suma cero de los corralitos de poder.
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