Ese racimo de armonía
La Carrera ·
Armonía (del griego) se refiere a la música. Pero también representa la proporción y correspondencia de unas cosas con otrasalfredo ybarra
Martes, 7 de julio 2020
Recibíamos la noticia del fallecimiento de Ennio Morricone, la leyenda italiana que, mediante la simpleza y la belleza de la música, ha llevado al límite ... la conexión emocional con los espectadores componiendo música para el cine. 'Cinema Paradiso', 'La Misión', 'Érase una vez en América', 'Malena', hasta quinientas películas. En cada una de ellas, la presencia de Morricone resulta tan evidente que los espectadores se rinden a la emotividad de lo que no se ve ni se dice en la pantalla. Cuando le dieron el Oscar en 2016, un titular describía a Morricone como la armonía de la emoción.
Armonía (del griego) se refiere a la música. Pero también representa la proporción y correspondencia de unas cosas con otras. El término lo usamos para definir un vino, un plato de elaborada cocina, para anunciar un coche, para apreciar un café o describir un perfume, al explicar una obra de arte, al contemplar un cielo nocturno o considerar un paisaje. Lo utilizamos ante el equilibrio de sonidos, medidas y pausas en la prosa o en el verso. Una pareja puede decir que tiene armonía. Se pelea por armonizar la vida familiar. En el yoga se inquiere armonía entre cuerpo, respiración y mente. Recurrimos al psicólogo para fortalecer la armonía anímica. Todas las religiones predican la suprema armonía. En arquitectura, en decoración, en moda,…, la armonía se arguye constantemente.
Carlos Slim exitoso empresario reflexiona: «El éxito no es hacer bien o muy bien las cosas y tener el reconocimiento de los demás. No es una opinión exterior, es un estado interior. Es la armonía del alma y de sus emociones, que necesita del amor, la familia, la amistad, la autenticidad, la integridad». Y el escritor Haruki Murakami aduce: «Los corazones humanos no se unen sólo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre, no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Ésos son los cimientos de la verdadera armonía.» La buscamos, la desdeñamos, la sentimos en instantes fugaces, puede ser un sueño prolongado. Anhelo, pasión, llaga, eco, poesía cuando Juan Ramón Jiménez escribe: «Las nubes y los árboles se funden/ y el sol les trasparenta su honda paz. / Tan grande es la armonía del abrazo, /que la quiere gozar también el mar, (…)».
Pitágoras, el filósofo y matemático 400 años ante de Cristo, explicaba: «Si se os pregunta ¿en qué consiste la salud?, decid: en la armonía. ¿Y la virtud?, en la armonía. ¿Y lo bueno?, en la armonía. ¿Y lo bello?, en la armonía. ¿Y qué es Dios? Responded aún: la armonía. La armonía es el alma del mundo. Dios es el orden, la armonía, por lo que existe y se conserva el Universo». Y más prosaicamente, contemplo los momentos actuales.
Observo el panorama socioeconómico y político, los rebrotes con la sombra de la pandemia y su crisis, la irresponsabilidad cívica de algunos. Observo la permanente discordia, la trifulca polarizada. ¿Somos uvas de un mismo racimo?
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